domingo, 25 de diciembre de 2011

Pocaterra y la Historia

Muchas veces nos preguntamos, ¿Por qué no identificamos la realidad de la crisis a que nos ha sometido la dictadura chavista?, la respuesta es casi siempre la misma: “Es que los Venezolanos somos despreocupados y de todo hacemos un chiste que nos permite hacer la vida llevadera”. Es la estrategia del avestruz; no queremos ver y entender la realidad, una forma irresponsable de contribuir a no hacer patria. Veamos un párrafo del escritor, José Rafael Pocaterra, en su obra:
“Memorias de un Venezolano de la Decadencia “Y todos nos ponemos a reír , de una manera pueril irrazonable. ¿Por qué se ríe uno así? ¿Qué vena, que especie de <humor> vibra en nuestra mas oscuras  tragedias venezolanas?,  ¿de donde sacamos esta risa sufrida y pronta que florece nuestros callados dolores?...
…¡Estigma de quien venezolano y cristiano pone el vejamen en manos de un asesino, de un turco fratricida, de sabe Dios que malhechor parido en la siesta  de las caravanas, entre gente vagabunda sin patria, ni rey ni ley, para que lo esgrima contra sus hermanos! ¡Mengua de esa ferocidad que ha traído con sus <métodos> esta gentes malvadas y brutales a quienes tengo el derecho de censurar, de condenar y de clavar sobre la picota de este libro”…
…” Yes a este Gómez,, a este hombre ton de occipucio aplastado y ojillos de aligátor a quien asignan >los constitucionalistas> cualidades de rectitud y de quien esperan… ¿pero que puede esperarse de un hombre que hace >su política> tejiendo un doble engaño?, ¿qué moral puede exigírsele,  lógicamente, a quien bien hace ocho años sirviendo para los fines mas abominables y para los engaños mas despreciables, cómplice, coautor y responsable en los crímenes de esta dictadura castrista a que no se avergüenza de pertenecer? ¡Oh no! ¡El deber no nace a plazo convencional ni a fecha dada; el patriotismo no es un sarampión para adquirirlo a una edad fija ni la dignidad cáncer que ataque a las personas solo cuando ya van para viejos! El hombre que se ha formado en las filas del error y no confiesa noblemente este error y no mas trata de que su personalidad subsista a base de la incuria histórica y de la  pésima memoria de sus compatriotas, o es el mas abyecto de los farsantes o es un imbécil. Pero los que están formando un ídolo, revistiendo de ropajes brillantes el vasto armadijo, torpe y toscoi, que constituye la personalidad de este andinote zafio y pícaro, no se que denominación merezcan…”
…”La Republica, a ratos, parece un extraño e interminable Carnaval… Los venezolanos van por ahí con cretas de trapo, de alambre, de cartón, preguntándose los unos a los otros:- ‘A que no me conoces?”
…”En medio de estas dos esclavitudes, Venezuela se arregaza la túnica y se tumba a dormir con el primer mono insolente que sale de la montaña a la cabeza de una bandada…”
Si revisamos la historia nacional, podremos en la misma, conseguir muchos elementos que nos pueden hacer reflexionar sobre nuestra conducta asumida ante el país, nos puede permitir ver muchas realidades y en especial entender como el mundo de los dictadores y sus cómplices han caracterizado sus actuaciones cabalgando sobre la ignorancia y la complacencia de los venezolanos.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Reflexiones en la historia


Desde el  retiro vacacional navideño voy a iniciar desde mi blog, un espacio para la reflexión sobre, la publicación de algunos extractos de libros de escritores venezolanos, inclusive algunos latinoamericanos, así como algunas reflexiones, sobre temas referidos a las razones, los comportamientos, algunos hechos y comentarios, que han caracterizado a los aficionados a dictadores y a gobiernos totalitarios que han tenido presencia en la vida política de nuestro país.
Momentos de vacaciones son propicios para meditar, reflexionar sobre los hechos que han venido conformando la orientación política personalista y totalitaria del actual gobierno, muy especialmente, por el hecho histórico que va a conformar la vida política de nuestra nación el año que se nos avecina. Venezuela como nación y los Venezolanos como parte humana que conformamos esta nación, al igual, que ciudadanos de otras naciones, tendremos un mapa político a partir del 2012, muy diferente a otros años; esta navidad será un punto de partida para una época distinta a otras épocas políticas, será y tendrá que ser, el inicio de un cambio político, de una manera de hacer nación, de una manera de entender la responsabilidad de cada ciudadano, de una manera de distinta de concebir y entender el gran sueño que cada nacional debe tener para sí mismo y para su país.
De ahí, la importancia de ver y entender la historia vivida de una manera dialéctica, moral e instructiva, para poder tratar de conseguir donde cada uno de nosotros hemos fallado, o hemos de dejado de hacer, por habernos dedicados a la distracción complaciente de ver hacer a los demás, lo que deberíamos hacer nosotros mismos, por nosotros, por nuestra familia, por nuestra sociedad y el por el futuro de nuestra nación. Como salir del hechizo de la buena vida petrolera y el delirio del ser sin haber hecho nada propio por ser de verdad. La vida placida de ir creciendo tomados de las ramas de la enredadera pegada a las falsas paredes que nos han colocado los utilizadores de la ignorancia de una población que aprendió a ser rica haciéndose complaciente de la dadiva politiquea de los detentadores del poder político, de ser parasitarios, del haber permitido que se nos secuestraran nuestros derechos fundamentales, permitiendo que otros pensaran por nosotros, y que esos nos colocaran en el desván del dejo y la ignorancia complaciente.
Escritores, historiadores y otros pensadores, han escrito mucho sobre la que ha sido nuestra historia, pues, bien, a partir de hoy, empezare a traer extractos y resumen de muchos de eso escritores. Si conocemos nuestra historia,  podremos entender nuestro presente y nuestro papel del futuro.
Invito a mis lectores no solo a que me lean, sino, que también me ayuden a lograr el objetivo que debe ser el fin a conquistar a partir del nuevo año, “una Venezuela para nosotros los venezolanos, libre democrática y altamente productiva, que sea el orgullo de las nuevas generaciones y el orgullo de nuestro potencial humano, no un país esclavo de los delirios de un déspota y sus acólitos”.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Notas para pensar sobre la crisis

En esta oportunidad quiero transcribir, sin comentarios de ninguna clase, algunas frases y parte de la introduccion del Libro.
EL INICIO DEL FIN DE LA ENERGÍA FÓSIL: UNA RUPTURA
HISTÓRICA TOTAL

Ramón Fernández Durán.

Los comentarios o reflexiones, quiero dejarlos a criterio de cada quien.

El “mundo de 2007” se ha acabado, ya no existe como tal, ni volverá jamás. Es un “mundo”
que se está deshaciendo poco a poco ante nuestros ojos, pero sin darnos cuenta. Estamos en un
punto de inflexión histórica. Una bifurcación de enorme trascendencia de la que todavía no
somos conscientes. O tan sólo mínimamente. Se están produciendo ya profundas mutaciones
económicas, geopolíticas y culturales, muchas de ellas de carácter todavía subterráneo, que
irrumpirán con fuerza en la superficie en las próximas dos décadas, pero que aún permanecen
ocultas, sobre todo para los que no las quieren ver.

“Vemos en los mercados grupos comportándose como manadas de lobos. Si
les dejamos actuar, atacarán a los miembros más débiles y les destrozarán”
Anders Borg, ministro de finanzas sueco ante el ataque especulativo a Grecia (mayo, 2010)
“Esta vez el imperio que se desmorona es el insaciable capitalismo global, y el mundo feliz de la democracia de
consumo que se ha intentado forjar en todo el mundo en su nombre. Sobre la indestructibilidad de este edificio hemos
puesto las esperanzas de esta última fase de la Civilización Industrial (…) Pero por todas partes alrededor nuestro se
están produciendo cambios que sugieren que toda nuestra forma de vida está pasando ya a ser parte de la Historia
(…) Estamos entrando en una era de declive material, colapso ecológico e incertidumbre social y política, y nuestras
respuestas culturales deberían reflejar todo esto, más que negarlo (…) Pero estamos atados todavía por la creencia
de que el futuro será una versión mejorada del presente”
Uncivilization. The Dark Mountain Manifesto
“El sistema soviético dejó de funcionar por parecidas razones que hicieron el modelo de Estado social occidental
inoperable, y sobre todo ocurrió más o menos al mismo tiempo (…) Todos nos estamos viendo arrastrados por el
hundimiento de un buque (la Modernidad) cuyo casco se ha roto ya. Una de sus partes se hundió primero y muy
deprisa, mientras que la otra está resistiendo un poco más el hundimiento. Eso es todo”
“We are the Same: The crisis of Modernity as a common problem”, A.G. Glinchikova
“Quien se hubiera podido creer desde la cima del Monte Palatino que el Imperio Romano no era eterno”
“La Gran Implosion”, Pierre Thuillier
“Nos estamos encaminando hacia una nueva era caracterizada por el agotamiento de los recursos (y muy en
concreto el petróleo y el gas), la caída continuada de la energía neta disponible y la desaparición del espacio
ambiental disponible para poder lanzar residuos a la Naturaleza sin consecuencias inaceptables para las
sociedades humanas. Estamos entrando ya en un siglo que quedará definido por los límites ecológicos, y por
nuestra respuesta a esos límites. La tentación será aplicar las actitudes y comportamientos que fueron
justificables y rentables en el pasado siglo a las crisis que enfrentaremos en este. Si fuera así, el resultado será
una catástrofe histórica monumental. En ningún otro terreno se podrá aplicar esta aseveración más
claramente que en nuestra actitud hacia el carbón (el último combustible fósil “todavía abundante”).
Simplemente, si lo quemamos, cocinamos al planeta Tierra y a nosotros mismos, al tiempo que perderemos los
beneficios económicos que vamos buscando. Tenemos sólo una pequeña ventana de oportunidad para caminar
hacia un futuro deseable para nuestra especie mediante la reducción del consumo de combustibles fósiles, al
tiempo que nos orientamos hacia un régimen de energía renovable y un modelo de economía justa y
sustentable. Ha empezado ya el tiempo de descuento”
“Blackout. Coal, climate and the last energy crisis”, Richard Heinberg.
“El industrialismo tendrá que enfrentarse algún día con el agotamiento de recursos y con sus propios desechos”
“Las Ilusiones Renovables”, Los Amigos de Ludd
“La base para la creación de un desarrollo humano justo y sustentable debe
surgir desde dentro del sistema dominado por el capital, sin formar parte de él,
tal y como la propia burguesía surgió en los ‘poros’ de la sociedad feudal”
“What every environmentalist need to know about capitalism”, Fred Magdoff y John Bellamy Foster
“Nuestra especie no es lo suficientemente sabia (‘sapient’) para lidiar con el mundo que ha creado (…), y dudo que
pueda evitar su colapso en el siglo XXI (…) conforme se tenga que enfrentar a la crisis ecológica”
“Bottleneck: Humanity Impendig Impasse”, William Catton
“Lo primero que hay que hacer para salir del pozo es dejar de cavar”.
Proverbio chino

miércoles, 20 de julio de 2011

La Hora Final.




LA HORA FINAL

 Pompeyo Márquez

Marx encontró una bella metáfora para referirse a ese proceso sociopolítico, cultural y económico que va tejiendo nuevos escenarios históricos casi siempre a redropelo de la voluntad de los hombres y a veces, incluso, contra su expresa voluntad. Engañando a tirios y troyanos y usando los más equívocos, falsos y trastornados mensajeros. Lo llamó “el viejo topo”. Y al trabajo que realiza en el subsuelo de la conciencia colectiva hasta derrumbar todas las falsas certidumbres para permitir el nacimiento de una nueva sociedad lo llamó “su trabajo de zapa”.
Súbitamente y de la manera más insólita, pues nadie se lo había siquiera imaginado, el viejo topo hace su trabajo de zapa bajo el resquebrajado cuero seco de esta Venezuela petrolera.
Y para terminar de derrumbar el tinglado fantasmagórico de esta sedicente revolución bolivariana y permitir que emerja del trajinado subsuelo de nuestra sociedad la nueva sociedad moderna y globalizada que exigen las circunstancias, se sirve del falso mensajero: un teniente coronel con aspiraciones de eternidad al que el destino, en una siniestra jugarreta, le desemboza de un solo tajo la dolorosa fragilidad de su existencia. La historia lo pilla en offside: fuera de juego. Con su revolución en el cartapacio.
Pertenezco a aquellos que creyeron que Hugo Chávez, en esta particular circunstancia,  se desempeñaba en el rol de lo que Molière llamara “le malade imaginaire”, el enfermo imaginario. Bajo la mise en scène de Fidel Castro y la producción estelar del G2 cubano.
En un operativo que llamé “misión resurrección”. Consistente, tal como lo ha hecho el mayor de los Castro, en desaparecer de la faz del planeta, provocar conmoción pública y reaparecer al filo de la desesperación colectiva para ser recibido en gloria y majestad como el hijo pródigo, ya al borde de la histeria. Tiempo suficiente, además, para volver a empaquetar la mercadería: un lifting, una cirugía estética, un new look para ver si engañaba a Cronos, el Dios del tiempo, el implacable. Ha sido el recurso con el que su íntimo amigo y compañero de aventuras Muammar Gadaffi ha refrescado su imagen, hasta ahora, cuando los dioses del desierto le vuelven la espalda.
La realidad parece desmentirme. La realización de la asamblea cumbre de la organización (el CELAC) con que el segundo de Fidel Castro imagina el futuro sin la OEA, pautada para el 4 y 5 de julio en la isla de Margarita, jugada maestra de los bolivarianos y del lulista Foro de Sao Paulo con la que pretenden desbancar a los Estados Unidos y al Canadá del tablero político latinoamericano, fue cancelada el 29 de junio. La razón clama a los cielos: Chávez está enfermo. Y no de cualquier minucia propia de personajes estresados - empresarios, artistas, periodistas, políticos derrotados y jugadores de bolsa - tales como una gastritis, colon irritable, mareos súbitos, torsiones musculares, obesidad y desmayos causados por la acumulación de acosos existenciales. De ninguna manera. Chávez padece de cáncer. Por ahora, según se deduce de las informaciones que traspasan el muro del secretismo propio de regímenes totalitarios han llegado a los medios nacionales e internacionales, no padece de un cáncer terminal y devastador, como los que suelen llevarse a los simples mortales en pocos días con la silbante ráfaga de un guadañazo. Pero no nos llamemos a engaño: un cáncer es un cáncer. No existe cáncer benigno, como esos malestares que se guardan en el portafolios y nos sorprenden el día de mañana llegando a la oficina. Una acidez pertinaz e insoportable después de días de alcohol, sexo y fatiga.
Nadie ha dicho que el cáncer de Chávez, supuestamente de próstata con algún nivel de metástasis en otros órganos vecinos – se habla del hígado y del páncreas, incluso de sus huesos -, se lo llevará al otro mundo de un día al otro. Conozco a muchos que han sobrevivido años y años con un cáncer, de los aviesos y traidores.
Pero al día de hoy debemos reconocer que casi todos quienes sufren de cáncer se invalidan para las grandes aventuras psíquicas, físicas y corporales a las que se sentían llamados. En la inefable pantalla espiritual de sus vidas se asoma la persistente, la tenaz, la aviesa sombra de la más antigua, más amarga y más extenuante de las certidumbres: 
la inmediatez inevitable de la muerte. En esos casos, ese tenue velo de la eternidad con el que convivimos en la sana inconsciencia cotidiana, se rasga como con un relámpago. Murieron las ilusiones.
Esto le sucede, además, en el peor y más angustioso de los momentos del proyecto que ha convertido en esencia de su vida desde sus tempranos días en la Academia Militar. Le sucede cuando la revolución bolivariana se derrumba en pedazos sin haber dejado a su paso una sola institución, una sola obra, una sola realidad imperecedera.
Como suele suceder con regímenes autocráticos sustentados en atributos absolutamente personales y azarosos del autócrata, la única que pudo sobrevivirle, la Constitución, ha sido envilecida, atropellada y ultrajada por sus mismos creadores.
En un país que siente animadversión congénita por el orden constitucional y se lo ha pasado pergeñando constituciones – ya van 27, mientras Estados Unidos tiene una con enmiendas e Inglaterra simplemente carece de ella  - difícilmente le sobrevivirá más de algunos meses. La asamblea nacional – escrito en minúsculas dada su bajeza - es infinitamente más venal, corrupta y despreciable que todas las que la precedieran en estos 200 años de vida legislativa. Incluso la de Cipriano Castro, sobre la que Rómulo Gallegos escupiera su juvenil y corajudo desprecio hace más de un siglo. Y el partido que se sacó de la manga en medio del aluvión social que lo arrastrara al Poder, el PSUV, se volverá escenario de una guerra a dentelladas por la herencia de los despojos.

En suma: estos trece años de despilfarro, desorden, odios, enfrentamientos y esperanzas yacen por los suelos. Tanto, que uno de sus más importantes artífices, el teniente Diosdado Cabello,  se ve en la obligación de señalar que sin Chávez, no queda, no quedaría, no quedará absolutamente nada. Como exclama el croupier cuando detiene las apuestas: fin de partie. Para comprender la magnitud de la confesión me imagino un solo escenario: ¿Stalin exclamando que sin Lenin se acabó la revolución bolchevique? Imposible.
Aún así, haberse mantenido firmemente montado sobre el alebrestado cimarrón que lo respalda no es poco para un ágrafo teniente coronel al que en la academia militar menospreciaban apodándolo “el loco Chávez”.  Haber enfebrecido a un pueblo rebajado a pasto de sus ambiciones ha sido una proeza que pasará a la historia. Como también pasará el hecho insólito y condenable de no dejarle un techo, un pan, un abrigo a pesar de haber contado en una década con la mayor fortuna jamás conocida en la historia de Venezuela. Ni siquiera le deja una auténtica Nación en la que cobijarse. Sólo un recuerdo difuso que el viento irá esparciendo en el olvido como el sueño de una larga, interminable, pesadillesca noche de verano. Pues todo lo que sobrevive en instituciones, en infraestructura, en desarrollo económico, cultural y social ha sido obra de los cuarenta años que lo precedieron, y que el más feroz de los embates no ha podido terminar por destruir.
Es esencial que la oposicion lo comprendan y se preparen a actuar en concordancia: Venezuela, desde el 10 de junio de 2011, día en que se le operara en La Habana de un absceso pélvico, aparentemente producto de una prostatectomía, ya es otro país. Chávez no está muerto ni posiblemente lo estará en muchos años. Le ha sucedido algo peor, porque es menos glorioso: se nos ha vuelto súbitamente inútil, obsoleto, temeroso, frágil y quebradizo. Ya es tarde para parapetar de urgencia una nueva realidad pariendo de la noche a la mañana una revolución armada, socialista, bolchevique, heroica e impoluta como la que naciera en la Sierra Maestra y muriese a poco andar de un brutal totalitarismo caudillesco y autocrático. Tal como lo pretende Adán Chávez, patética y lamentable parodia de Raúl Castro, el comunista de la familia. Nunca segundas partes fueron buenas. La oposición debe descifrar las claves de este nuevo país.
Y observar con atención el estado de excepción que se agudiza tras este providencial suceso. Un atentado del destino ha fracturado las bases del Poder caudillesco que sostenía la farsa revolucionaria. Desde luego, y visto en la perspectiva del Poder y la Historia, no se trata de mantener la ficción electoral sometiéndola al estrés del apuro y la precipitación. Se trata del aprehender y comprender en toda su magnitud el momento crucial que vivimos, el Kairós (καιρός) que llamaban los griegos: ese instante único e irrepetible por el que se nos cuela lo nuevo, lo inédito en la historia. El problema, así como el desafío, son trascendentales. Se trata de asumir la responsabilidad del Poder y asegurarle a la Nación el futuro cuyos portones acaban de ser abiertos por el viejo topo. Lenin exigió en sus tesis de abril de 1917, cuando la parodia democrático burguesa intentaba gatear, “todo el poder a los soviets”.
Llegó la hora de exigir “todo el Poder a la Democracia” y proceder de inmediato al delicado montaje de la transición a la nueva Venezuela.
Dios quiera que sea por medios electorales. Y que el fantasma del golpe de Estado que estará rondando las cabezas de los más afiebrados de entre los huérfanos de Chávez, última ratio de una revolución que se desbarranca, sea impedido por la sensatez de nuestras élites civiles y uniformadas. La Patria lo demanda. La decisión está en nuestras manos.

¡POR UNA VENEZUELA LIBRE Y SOBERANA!

NADA TE TURBE, NADA TE ESPANTE
TODO SE PASA, DIOS NO SE MUDA
LA PACIENCIA TODO LO ALCANZA
QUIEN A DIOS TIENE, NADA LE FALTA
¡SÓLO DIOS BASTA!!!
MI VENEZUELA

domingo, 26 de junio de 2011



Quienes tengan interés en conocer mejor la Venezuela que hoy vivimos, he seleccionado dos  relatos de "GOG", “La compara de la Republica” y “Visita a Ford”, la novela completa la pueden obtener de de forma gratuita en http://www.ciudadseva.com/textos/novela/gog.htm



LA COMPRA DE LA REPÚBLICA
Nueva York, 22 marzo
Este mes he comprado una República. Capricho costoso y que no tendrá imitadores. Era un deseo que tenía desde hacía mucho tiempo y he querido librarme de él. Me imaginaba que el ser dueño de un país daba más gusto.
La ocasión era buena y el asunto quedó arreglado en pocos días. El presidente tenía el agua hasta el cuello: su ministerio, compuesto de clientes suyos, era un peligro. Las cajas de la República estaban vacías; crear nuevos impuestos hubiera sido la señal del derrumbamiento de todo el clan que se hallaba en el poder, tal vez de una revolución. Había ya un general que armaba bandas de regulares y prometía cargos y empleos al primero que llegaba.
Un agente americano que se hallaba en el lugar me avisó. El ministro de Hacienda corrió a Nueva York: en cuatro días nos pusimos de acuerdo. Anticipé algunos millones de dólares a la República, y además asigné al presidente, a todos los ministros y a sus secretarios unos emolumentos dobles de aquellos que recibían del Estado. Me han dado en garantía -sin que el pueblo lo sepa- las aduanas y los monopolios. Además, el presidente y los ministros han firmado un covenant secreto que me concede prácticamente el control sobre la vida de la República. Aunque yo parezca, cuando voy allí, un simple huésped de paso, soy, en realidad, el dueño casi absoluto del país. En estos días he tenido que dar una subvención, bastante crecida, para la renovación del material del ejército, y me he asegurado, en cambio, nuevos privilegios.
El espectáculo, para mí, es bastante divertido. Las Cámaras continúan legislando, en apariencia libremente. Los ciudadanos continúan imaginándose que la República es autónoma e independiente y que de su voluntad depende el curso de las cosas. No saben que todo cuanto se imaginan poseer -vida, bienes, derechos civiles- depende en última instancia de un extranjero desconocido para ellos, es decir, de mí.
Mañana puedo ordenar la clausura del Parlamento, una reforma de la Constitución, el aumento de las tarifas de aduanas, la expulsión de los inmigrados. Podría, si me pluguiese, revelar los acuerdos secretos de la camarilla ahora dominante y derribar así al Gobierno, obligar al país que tengo bajo mi mano a declarar la guerra a una de las Repúblicas colindantes. Esta potencia oculta e ilimitada me ha hecho pasar algunas horas agradables. Sufrir todos los fastidios y la servidumbre de la comedia política es una fatiga bestial; pero ser el titiritero que detrás del telón puede solazarse tirando de los hilos de los fantoches obedientes a su movimiento, es una voluptuosidad única. Mi desprecio de los hombres encuentra un sabroso alimento y mil confirmaciones.
Yo no soy más que el rey incógnito de una pequeña República en desorden, pero la facilidad con que he conseguido dominarla y el evidente interés de todos los iniciados en conservar el secreto, me hace pensar que otras naciones, y tal vez más vastas e importantes que mi República, viven, sin darse cuenta, bajo una dependencia análoga de soberanos extranjeros. Siendo necesario más dinero para su adquisición, se tratará, en vez de un solo dueño, como en mi caso, de un trust, de un sindicato de negocios, de un grupo restringido de capitalistas o de banqueros.
Pero tengo fundadas sospechas de que otros países son gobernados por pequeños comités de reyes invisibles, conocidos solamente por sus hombres de confianza, que continúan recitando con naturalidad el papel de jefes legítimos.
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VISITA A FORD
Detroit (Mich.) 11 mayo
Había ya encontrado tres o cuatro veces al viejo Ford (Henry) en los tiempos en que me ocupaba de negocios, pero esta vez he querido hacerle una visita personal y «desinteresada».
Le he encontrado fresco de aspecto y de buen humor, dispuesto por consiguiente a hablar y expansionarse.
Usted sabe -me ha dicho- que no se trata de desarrollar una industria, sino de realizar un vasto experimento intelectual y político. Nadie ha comprendido bien los místicos principios de mi actividad. Sin embargo, no pueden ser más sencillos: se reducen al Menos Cuatro y al Más Cuatro y a sus relaciones. El Menos Cuatro son: disminución proporcional de los operarios; disminución del tiempo para la fabricación de cada unidad vendible; disminución de «tipos» de los objetos fabricados; y, finalmente, disminución progresiva de los precios de venta.
»El Más Cuatro, relacionado íntimamente con el Menos Cuatro, son: aumento de las máquinas de los aparatos, con objeto de reducir la mano de obra; aumento indefinido de la producción diaria y anual; aumento de la perfección mecánica de los productos; aumento de los jornales y de los sueldos.
»A un espíritu superficial y anticuado estos ocho objetivos pueden aparecer como contradictorios entre sí, pero usted, hombre práctico, podrá comprender su perfecta armonía. Aumentar la cantidad y el rendimiento de las máquinas significa poder disminuir el número de operarios; reducir el tiempo necesario para la fabricación de un objeto quiere decir producir mucho más durante el día; disminuir el número de los "tipos", obligando a los consumidores a renunciar a sus gustos individuales, tiene como consecuencia un aumento de la producción y una reducción de los precios de coste; y, finalmente, disminuyendo los precios y aumentando los salarios, se aumenta el número de aquellos que tienen posibilidad de comprar y su capacidad de adquirir, con lo que se puede aumentar la producción sin peligros. Si los automóviles son caros y mis dependientes ganan poco, muy pocos podrán comprarlos. Pague usted mucho y venda a bajo precio y todos se convertirán en sus clientes. El secreto para enriquecerse es ganar como si se fuese pródigo y vender como si se estuviese en vísperas de quiebra. Esta paradoja, que asusta a los tímidos, es el secreto de mi fortuna.
»Volviendo a mis ocho principios, es fácil deducir que el ideal máximo sería el siguiente: Fabricar sin ningún operario un número cada vez mayor de objetos que no cuesten casi nada. Reconozco que serán precisas todavía algunas decenas de años antes de que se consiga este ideal. Soy un utopista, pero no un loco. Me voy, sin embargo, preparando para ese día. Estoy construyendo en Detroit una nueva fábrica que llevará por nombre "La Solitaria". Una verdadera alhaja, un sueño, un milagro: la fábrica donde no habrá nadie. Cuando esté terminada y hayan sido montadas las máquinas del más reciente modelo, y en parte absolutamente nuevas, que se están preparando, no habrá necesidad de obreros. De cuando en cuando un ingeniero hará una breve visita a "La Solitaria", pondrá en movimiento algunos engranajes y se marchará. Las máquinas lo harán todo por sí solas y trabajarán no únicamente durante el día, como hacen ahora los hombres, sino también toda la noche, y aun los domingos, pues ninguna ley de Michigan prohibe el trabajo de los motores y de los tornos en días de fiesta. Un tren eléctrico llevará automáticamente a los depósitos los miles de automóviles y los miles de aeroplanos producidos por "La Solitaria". Dentro de veinte años, todas mis fábricas serán iguales y podré lanzar al mercado millones de aparatos al mes con sólo la ayuda de algunas docenas de técnicos, de mozos de almacén y de contadores.
La idea es genial -manifesté- y el sistema sería excelente, si no hubiese una dificultad. ¿Quién comprará esos millones de automóviles, de tractores y de aeroplanos? Si usted suprime la mano de obra reduce también el número de compradores.
Una sonrisa iluminó el bello rostro de viejo juvenil de Ford.
Ya he pensado también en eso -respondió-. Produciré tantas máquinas y a precios tan modestos, que a ningún otro industrial del mundo le tendrá cuenta fabricar lo que yo fabrique. Mis fábricas surtirán por eso a los cinco continentes. En muchas partes del mundo eI automóvil y el aeroplano no son todavía de uso general. Con la potencia de la publicidad y del control bancario obligaremos a todos los pueblos a usarlos. Mis mercados son prácticamente ilimitados.
Pero, perdone; si sus métodos anulan, en gran parte, la industria de otros países, ¿de dónde sacarán éstos el dinero necesario para comprar sus máquinas?
No hay que tener miedo -repuso Ford-. Los clientes extranjeros pagarán con los objetos producidos por sus padres y que nosotros no podemos fabricar; cuadros, estatuas, joyas, tapices, libros y muebles antiguos, reliquias históricas, manuscritos y autógrafos. Todo cosas «únicas» que no podemos reproducir con nuestras máquinas. En Asia y Europa existen todavía colecciones privadas y públicas llenas hasta rebosar de estos tesoros que no se pueden imitar, acumulados durante sesenta siglos de civilización. Entre los europeos y entre los asiáticos aumenta cada día la manía de poseer los aparatos mecánicos más modernos y disminuye al mismo tiempo el amor hacia los restos de la vieja cultura. Llegará pronto el momento en que se verán obligados a ceder sus Rembrandt y Rafael, sus Velázquez y Holbein, las biblias de Maguncia y los códices de Romero, y los joyeles de CeIlini y las estatuas de Fidias para obtener de nosotros algunos millones de coches y de motores. Y de ese modo, el almacén retrospectivo de la civilización universal deberán venir a buscarlo a los Estados Unidos, con gran ventaja, por otra parte, para las industrias del turismo.
Además, mis precios, como consecuencia de la reducción del coste, serán de tal modo bajos que hasta los pueblos más pobres podrán comprar mis aeroplanos de deporte y mis automóviles de familia. Yo no busco, como usted sabe, la riqueza. Solamente los pequeños industriales atrasados se proponen como fin el ganar dinero. ¿Qué quiere usted que yo haga con los millones? Si vienen no es culpa mía, sino el resultado involuntario de mi sistema altruista y filantrópico. Personalmente vivo como un asceta: tres dólares al día me bastan para alimentarme y vestirme. Soy el místico desinteresado de la producción y la venta: las ganancias excesivas me fastidian y no aprovechan más que al Fisco. Mi ambición es científica y humanitaria; es la religión del movimiento sin reposo, de la producción sin límites, de la máquina libertadora y dominadora. Cuando todos puedan poseer un aeroplano y trabajar una hora al día, entonces yo figuraré entre los profetas del mundo y los hombres me adorarán como un auténtico redentor. Y ahora, viejo Gog, ¿un drink? ¿Es cierto que pertenece usted secretamente a los «húmedos», o le han calumniado?
No había bebido nunca un whisky tan perfecto y no había hablado nunca con un hombre tan profundo. No olvidaré fácilmente esta visita en Detroit.