domingo, 1 de abril de 2012

VALENCIA, LA PRIMERA CIUDAD ILUMINADA DE LATINOAMERICA



Valencia, Venezuela,  la Primera Ciudad de Latinoamérica en ser dotada de iluminación publica.

De la revista “Tiempo y Espacio”, bajada por internet, he tomado el trabajo que publico a continuación y que nos permite una idea de lo que ha sido la historia de la Electricidad en Venezuela.
TIEMPO Y ESPACIO. Caracas, Venezuela
Nº 51, Vol. XIX, pp.

El tema del alumbrado eléctrico es tan importante como el de los ferrocarriles,
las carreteras y caminos, porque cada uno de ellos causó en su momento un
gran impacto social debido a lo novedoso por una parte, y por la otra, al
desarrollo industrial y poblacional impulsado por estos inventos. Plantearnos
llevar a cabo un estudio sobre el establecimiento del alumbrado eléctrico en
Caracas a finales del siglo XIX y principios del XX, significa reconstruir parte
del escenario de una Venezuela que comenzó a salir de un rudimentario
“servicio” de iluminación dedicado a múltiples fines, hasta llegar al permanente
y moderno sistema de alumbrado eléctrico que se inició por iniciativa de la
empresa privada.
Intentos fallidos de iluminación eléctrica en la ciudad de Caracas
El 28 de octubre de 1873, los caraqueños tuvieron la oportunidad de disfrutar
por primera vez del alumbrado eléctrico. En esa fecha el célebre químico
Vicente Marcano, con motivo de celebrarse el día de San Simón, fecha
onomástica del Libertador Simón Bolívar, puso en funcionamiento un pequeño
aparato para iluminar algunos sitios públicos de la ciudad de Caracas. Algo
similar ocurrió el 07 de noviembre de 1874, al inaugurarse la estatua del
Libertador en la plaza Bolívar de Caracas, y en la noche fue iluminada esta
con un aparato del farmaceuta Roberto Janke, manejado por el doctor Adolfo
Ernst. Este instrumento fue colocado después en el campanario del extinto
Convento de Concepciones, para la fiesta nacional del 5 de julio de 1875 y
posteriormente el mismo fue adquirido por el gobierno para la enseñanza de la
física en la universidad.
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Es de considerar entonces que la plaza Bolívar y las esquinas del Conde y
Carmelitas fueron la cuna de la luz eléctrica en Venezuela, ya que eran estos
lugares los utilizados exclusivamente para el alumbrado. Sin embargo, estos
intentos no pasaron de ser una demostración pública de los progresos alcanzados
por el hombre en otras latitudes, porque la ciudad continuó durante mucho
tiempo sin un sistema de alumbrado eléctrico general y permanente.
Para 1883, año en que se celebró el centenario del natalicio del Libertador, el
presidente de la república general Antonio Guzmán Blanco aspiraba llenar de
júbilo toda la ciudad, razón por la cual se propuso iluminar temporalmente
con luz eléctrica algunos sitios públicos de Caracas. El electricista contratado
para llevar a cabo el novedoso trabajo de iluminación fue el señor Carlos
Palacios. El entusiasmo por tan importante acontecimiento se hacía ver a través
de los anuncios publicados en los diferentes diarios, como el que se lee a
continuación:
Ya está llegando a Caracas las maquinas necesarias para producir
el alumbrado eléctrico que había contratado el señor Carlos
Palacios con el gobierno general para la exhibición y fiestas del
centenario. Durante la fiesta la luz eléctrica iluminará solamente
los puntos principales: Capitolio, Palacio Federal y del Centenario
y los puntos adyacentes. (El Siglo, Año II, Nº 536, Caracas 25 de
abril de 1883).
El 24 de julio de ese año tal y como estaba previsto se cumplió el programa de
actividades. A Caracas llegaron delegaciones extranjeras, se observaba en las
calles el desfile de estudiantes, de tropas estrenando uniformes, de provincianos,
de carrozas y landós. Se editaron libros y folletos, se inauguraron algunas
obras y por supuesto, se iluminó con luz eléctrica algunos sitios públicos
(Arellano Moreno, 1972).
Desde la caída de la tarde la plaza Bolívar, sus calles adyacentes y el paseo
Guzmán Blanco quedaron espléndidamente iluminados. Según Pedro Gómez
Fernández, el presidente Guzmán Blanco, acompañado del entonces gobernador
Eladio Lara, se desplazaba por las avenidas norte y sur para presenciar el
acontecimiento, la planta de Palacios dejaría escuchar un silbato indicando
que comenzaba el alumbrado. Y la luz aparecería por todos los contornos del
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perímetro central capitalino desapareciendo por completo el estado de tiniebla
que reinaba anteriormente.
Entre los sitios a iluminar con luz eléctrica estaban también, todos los corredores
del Palacio de la Universidad, hoy Palacio de las Academias, con la diferencia
que este sitio no presentaba urgencia de iluminación como los antes
mencionados ya que estos últimos espacios que serian utilizados para abrir
una exposición, necesitaban estar iluminados para el mes de agosto.
No obstante, Palacios no dejó de recibir presiones por parte de las autoridades
para que este lugar fuera iluminado antes de la fecha prevista y en condiciones
no acordadas. Motivo que lo obligó a dirigir una carta al presidente Guzmán
Blanco haciendo de su conocimiento, que el señor Gobernador del Distrito
Federal le había notificado que debía iluminar con luz eléctrica todos los
corredores del Palacio de la Universidad, además de sus dos patios. Por lo que
se permitió a través de la mencionada carta explicar todas las dificultades que
se le presentaban para cumplir con el trabajo que a última hora se le estaba
exigiendo, alegando que cuando firmó el contrato con el ciudadano Ministro
de Relaciones Interiores, pidió a dicho Ministro, como órgano del gobierno en
el asunto, una copia del plano del Palacio de La Exposición, también que se le
dijese en que punto debían colocarse las máquinas, que por uno de los artículos
del contrato, se obligaba el gobierno a proporcionarle.
Consiguió que el Ministro ordenara al Dr. Jesús Muñoz Tébar, director del
edificio, para que se le diera el plano, pero este no marcaba como Palacio de la
Exposición, sino la parte nueva que se construía del edificio. Aun así partió a
Nueva York con estos datos y sobre ellos basó los cálculos para la fuerza de
las máquinas, cantidad de alambres, número de lámparas, etc.
A su regreso a Caracas el 17 de abril de 1883 se encontró con algunas
modificaciones de última hora, como fue el levantamiento del edificio a 1500
pies más de distancia, lo cual causó un incremento en el presupuesto de Bs.
107.000, cuando el gobierno solo estaba obligado a pagar Bs. 60.000 por lo
que esperaba un reconocimiento por parte del Ilustre Americano en
consideración a todos los gastos extras que debido a este cambio había hecho.
(Fundación John Boulton, Archivo de Guzmán Blanco, Carta dirigida por
Carlos Palacios. Caracas 16 de julio de 1883).
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En virtud de las exigencias y presiones, Carlos Palacios hizo el mayor esfuerzo
por cumplir con la culminación de los trabajos hasta donde sus posibilidades
se lo permitieron, quedando pendiente algunos detalles motivado a que se le
había agotado el alambre, cuestión que se comprometió a resolver antes del 2
de agosto de ese mismo año, fecha pautada para la exposición.(Fundación
John Boulton, Archivo de Guzmán Blanco. Carta dirigida por Carlos Palacios.
Caracas 19 de julio de 1883)
Con este triunfo Carlos Palacios aspiraba desplazar del negocio del alumbrado
público a la compañía del gas, cuyo gasómetro había sido apenas instalado
entre las esquinas del Hoyo y Castán.
Controversia pública entre autoridades gubernamentales, Carlos Palacios
y los dueños de la compañía de gas
El agradable y espléndido ambiente nocturno que dieron a la capital del país
los faroles de luz eléctrica, durante la celebración del centenario del Libertador,
estimuló más aun, el interés de las autoridades gubernamentales por establecer
el servicio de alumbrado eléctrico en toda la ciudad, y para ello, ya Carlos
Palacios tenía preferencia asegurada.
El privilegio de ser uno de los pioneros y principal empresario para el momento
en el campo de la iluminación eléctrica, le dio el mérito al mencionado
empresario para lograr la firma de un contrato con la gobernación de Caracas,
para el suministro del alumbrado eléctrico metropolitano, mediante el cual se
comprometió a iniciar los trabajos, iluminando con doscientas lámparas, las
plazas y principales calles del Distrito Federal, concluyendo el establecimiento
de dicho alumbrado en toda la parte occidental de la ciudad para el 31 de
enero de 1884 y el resto para el 27 de abril del mismo año, aceptando como
condición que la falta de cumplimiento de estas estipulaciones anularía el
contrato. Así mismo, el Estado se comprometía a conceder la exención de
derechos para las máquinas y útiles de la empresa y cancelar al contratado la
cantidad de Bs. 600 diarios por el servicio prestado (Memorias de la
Gobernación del Distrito Federal, Concejo Municipal, Año 1884).
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El negocio entre Carlos Palacios y el gobierno se habían desarrollado con
total normalidad, hasta el 08 de septiembre de 1884, fecha en que autoridades
gubernamentales, después de haber establecido contrato de iluminación
eléctrica con el primero, firmaron también con la compañía del gas, y por
igual número de años, para alumbrar por sistema de gas las casas particulares
y comercios de la ciudad de Caracas.
La firma de este nuevo contrato con la mencionada compañía, produjo cierto
enfriamiento en las negociaciones que se venían dando entre la gobernación
del Distrito Federal y el ya conocido contratista. Desde luego este hecho no
fue causa de abandono por parte de Carlos Palacios a sus compromisos
adquiridos con el gobierno, como era la instalación del alumbrado eléctrico en
todos los puntos del Teatro Municipal, para lo cual ya se había hecho llegar
todos los aparatos necesarios según información del mismo Carlos Palacios a
través del diario El Economista. (El Economista, Año I, Nº 90, Caracas 26 de
diciembre de 1889)
Tal y como se había anunciado, los trabajos de instalación eléctrica en el teatro,
fueron culminados con total normalidad, colocándose la luz incandescente en
el interior del teatro, quedando radiantemente iluminada la sala de escenografía,
los pasillos, los camerinos y los fosos. Todo estaba perfectamente alumbrado
y ya sin el peligro que causaba el kerosén. (El Radical, Año I, Nº 59, Caracas
15 de julio de 1890)
Además de los trabajos realizados en el teatro municipal, también se instaló la
luz eléctrica en el Teatro de la Opera de Caracas. Desde los fosos hasta el
último piso, habían sido sustituidas con elegantes bujías las peligrosas lámparas
de kerosén que allí existían. Pero a pesar de la serenidad con que Palacios
manejó la situación de negocios con el gobierno, los obstáculos que atentaban
contra el buen desarrollo del proyecto de alumbrado eléctrico, siguieron estando
presentes. La compañía del gas, siguió gozando de la preferencia del gobierno
para los trabajos de iluminación, dejándose ver la influencia de ciertas personalidades
relacionadas con esta compañía que trataron de entorpecer el establecimiento
del alumbrado eléctrico en la ciudad de Caracas ya que definitivamente
la implantación de este servicio no se pudo concretar, y la ciudad en general
quedó finalmente iluminada con el sistema de alumbrado por gas.
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Los motivos de esta controversia y el cambio de decisión por parte de las
autoridades pudo haber tenido sus razones, en el juego de intereses de algunas
personas del mundo político, entre ellas el propio Presidente de la República
Antonio Guzmán Blanco, quien formaba parte de la Compañía del Gas como
principal accionista, según testimonio de Bartolomé López de Ceballos y
ratificado textualmente por Ramón Díaz Sánchez:
La iniciativa para establecer en Caracas el alumbrado por gas
corresponde al señor Henry Lord Boulton quien con la ayuda del
presidente Guzmán Blanco, fundó en 1881 una compañía en la
que participaron el propio Guzmán, el señor Manuel Antonio
Matos, el señor Luís Vallenilla y otros capitalistas venezolanos
(Crónicas de Caracas, Nº 22 y 23, Caracas abril-junio de 1955).
La Compañía del Gas tomó el monopolio del alumbrado en Caracas, dejando
a Carlos Palacios, sin la posibilidad de convertirse en el pionero del alumbrado
eléctrico de la capital de la república. Este sin más opción debió conformarse
con utilizar su planta, solamente para el alumbrado del teatro municipal a la
hora de comenzar la función escenográfica, tomando en cuenta que la
iluminación del mencionado lugar se había convertido en un acontecimiento
festivo para los habitantes capitalinos. Según testimonio de Pedro Gómez
Fernández los preparativos de las damas y jóvenes de la sociedad caraqueña
no se hacían esperar, pues era un momento para lucir los mejores trajes y
accesorios en las noches de gala del teatro.
La clara competencia de los accionistas de la compañía del gas contra Carlos
Palacios era de tal magnitud que también trajeron su planta, y aprovechando
la celebración del Centenario del Mariscal Sucre en 1895 esta inauguró sus
servicios de alumbrado eléctrico, con motor instalado en la edificación, situada
de Bucare a Puente Junín. Con ello cambió su nombre inicial por el de
Compañía del Gas y de la luz eléctrica.
A diferencia de la puesta en funcionamiento de la planta instalada por los
dueños de la Compañía del Gas, la de Carlos Palacios a pesar de todos los
defectos, tuvo gran aceptación en la población, aun cuando, para la opinión de
muchas personas, este último no hubiera podido suministrar eficiente servicio
de iluminación ya que carecía de los elementos técnicos indispensables, el
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motor de la planta era rudimentario y la corriente que generaba de limitado
radio de acción, razones que para el conocido empresario no eran el mayor
obstáculo para que se instalara un sistema permanente de alumbrado eléctrico
en la ciudad de Caracas.
Los problemas según Palacios, eran factores de mayor peso, porque además
de la declarada competencia que mantenía la compañía del gas, redactores de
algunos diarios como Tomás Michelena de El Economista, se empeñaba en
desacreditarlo, impidiendo de esta manera que se llevara a cabo el mencionado
proyecto. Este último realizó ciertos comentarios, haciéndose las siguientes
interrogantes:
¿Es el alumbrado eléctrico un problema económico e industrial
que no puede competir ventajosamente con el gas?
¿Por qué el señor redactor del economista se esfuerza tanto en
que no se establezca en Caracas dicho alumbrado? Si por el
contrario es mejor, más económico y más conveniente (El
Economista, Año I, Nº 59, Caracas 15 de octubre de 1889).
Consideraba además que quienes se oponían a la implantación del alumbrado
eléctrico, en vez de rechazarlo por considerar que era inconveniente y
desventajoso, debían por el contrario apoyar su introducción, ya que esa actitud
revelaba falta de patriotismo y servia a los intereses de una compañía.
Esta manifestación pública de Carlos Palacios obtuvo inmediata respuesta del
redactor de El Economista, quien expresó lo siguiente:
…no puede revelar falta ninguna y menos de patriotismo que no
se acepte lo que hasta el presente tiene según la opinión de algunos
y también la de muchos el carácter de lo inconveniente. No es
tampoco a trueque de servir a intereses de una compañía, sino a
los que son generales, que se opina de una manera opuesta. Y no
tiene nada que hacer el patriotismo en asuntos de una naturaleza
puramente de competencia entre dos procedimientos de alumbrado;
habiendo más bien algún patriotismo en sostener que no conviene
la perdida de capitales (Ídem).
La situación que se generó con la implantación del alumbrado eléctrico en
Caracas durante el gobierno de Guzmán Blanco, dejó clara demostración, que
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tanto el poder económico como el poder gubernamental, tenían mayor peso
que las necesidades del colectivo, ya que finalmente se impuso el alumbrado
de gas sobre la iluminación eléctrica que era mucho más ventajosa desde todo
punto de vista.
En este caso, es prudente señalar que Caracas pudo ser la primera ciudad de
Venezuela en contar con un servicio de alumbrado eléctrico permanente si no
hubiese estado de por medio el juego de intereses particulares ya conocidos, y
que de una manera u otra forma, obstaculizaron la consolidación de tan
novedoso proyecto.
Cabe pues destacar que independientemente de los factores que hayan podido
influir, la triste realidad fue, que todos esos momentos de iluminación por
medio de electricidad fueron intentos aislados, ya que en definitiva la ciudad de
Caracas pudo contar con un servicio de alumbrado eléctrico estable y permanente
a partir de 1897 cuando nace la Compañía La Electricidad de Caracas.
Pero es importante dejar claro, no de manera general, ya que la Compañía del
Gas y de la Luz Eléctrica continuó atendiendo parcialmente el alumbrado
público de la ciudad hasta 1909, cuando finalmente se concluyeron los trabajos
que había iniciado el presidente Cipriano Castro, quien después de un ruidoso
litigio con los dueños de la compañía del gas, decidió abrir zanjas para extraer
los tubos subterráneos transportadores del fluido de gas, apestando durante
cierto tiempo, el ambiente de los habitantes capitalinos y acabando con el
empedrado de las calles que poco a poco fue sustituido por una tersa superficie
de concreto, cuando solo existían en Caracas, cuatro carros: el de Doña Zoila
de Castro (esposa de Cipriano Castro), el de Alberto Smith, el de Don Pedro
Paúl, y el de Mister Cherry gerente del Ferrocarril y uno de los iniciadores del
tenis en Venezuela.
La Electricidad de Caracas C. A. y el alumbrado eléctrico de la ciudad
capital mediante el funcionamiento mixto de dos sistemas de iluminación
(sistema de gas y sistema eléctrico)
En 1895 el nacimiento de otra empresa eléctrica comenzaba a dar sus frutos,
esta vez por la iniciativa de un joven venezolano perteneciente a una reconocida
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familia de la sociedad caraqueña, el ingeniero Ricardo Zuloaga Tovar, que
después de haberse enterado de ciertas innovaciones realizadas en Alemania
sobre la energía eléctrica y vencer una serie de dificultades tanto económicas
como burocráticas, concibió la idea de fundar una empresa que mediante el
uso de la fuerza hidráulica fuera capaz de producir electricidad para abastecer
a toda la ciudad capital. Fundó entonces la Compañía Anónima La Electricidad
de Caracas, una empresa cuya misión era generar, transmitir y distribuir energía
hidroeléctrica a distancia. Sobre el particular Rafael Arráiz Lucca hizo el
siguiente comentario:
… Zuloaga logró reunir a un grupo de inversionistas dispuesto a
arriesgar su capital en la empresa… El tener que convencer a
capitalistas que arriesgaran su dinero en la aventura, revela
claramente que él mismo no contaba con los recursos para dar los
pasos necesarios. Su hermano le facilitó lo necesario para la
compra de los terrenos a título personal, que luego integraron el
capital de la empresa y constituyeron su aporte principal al capital
general de la compañía, pero no fue suficiente, y se hizo necesario
más capital para la compra de la maquinaria hidráulica… (Arraiz
Lucca, 2006).
La primera asamblea de accionistas de la Compañía Anónima La Electricidad
de Caracas se realizó el 12 de noviembre de 1895, fecha constitutiva de la
empresa. En esa ocasión se suscribieron Bs. 300.000 en efectivo, capital que
se consideraba suficiente para cubrir los gastos requeridos. El capital inicial
de la compañía fue de Bs. 500.000 de los cuales 300.000 eran en efectivo y
200.000 en acciones liberadas entregadas a Ricardo Zuloaga, por el aporte
que hizo a la compañía.
Esta instalación generaba 420 kilovatios, los cuales alcanzaban para iluminar
la avenida este de la ciudad y surtir a varios clientes como la Cervecera Nacional
y la Compañía del Gas y de la Luz Eléctrica, considerada esta última, como la
iniciadora del alumbrado eléctrico en Caracas si se quiere de una forma regular,
ya que para el año 1896 tenía instalado en las calles de Caracas 58 focos que
competían desventajosamente contra 1.534 lámparas de gas y 800 de kerosén.
Después de realizar un corto viaje a Francia, Ricardo Zuloaga regresó con el
propósito de estudiar cual era la corriente de agua más próxima a la ciudad de
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Caracas para establecer una planta hidroeléctrica que le permitiera producir
corriente alterna susceptible para ser transportada a larga distancia y aplicada
en la explotación industrial.
Una vez concluido los estudios, la planta hidroeléctrica fue construida a orillas
del río Guaire en un sitio llamado el Encantado, lugar místico en que se
inmolaron tantos aborígenes y que debe su nombre a la circunstancia o
fenómeno que allí ocurría, de que el río desaparecía en un largo trecho de su
cauce, por filtración de las aguas entre abruptos peñascales cuyas grietas
inferiores cubrían apenas una capa superficial de cascajo y arena, terrenos que
por su ubicación ofrecían la ventaja del transporte por el ferrocarril que llegaba
para ese entonces hasta Santa Lucía y cuyo dueño era el señor Anfiloquio
Level, persona proveniente de reconocida familia caraqueña y que más adelante
ocupó el cargo de gobernador del Distrito Federal.
Del mencionado señor consiguió la venta de todo el terreno que hacía falta
para llevar a cabo su propósito, y que para lograrlo fue necesario vencer muchos
obstáculos. El establecimiento de esta empresa resultó para Ricardo Zuloaga
un verdadero dolor de cabeza, no solo por la desconfianza de los pocos
capitalistas, de los cuales los más opulentos se negaron a suscribir, y que de
no haber sido por la ayuda de sus hermanos Carlos y Nicomedes Zuloaga la
empresa tal vez no hubiese existido para la fecha en que fue inaugurada, sino
también por la situación económica del país. (Crónicas de Caracas, Nº 14,
Caracas Mayo-Junio de 1953)
Si bien es cierto Venezuela experimentaba entonces una grave situación
económica, producto de la exagerada baja en los precios del café, principal
fruto de exportación, y el único que era cosechado en mayor abundancia por
dedicarse a su cultivo casi la totalidad del gremio agrícola de los estados del
país, lo cual hacia casi imposible el desarrollo de proyectos en que fuera
necesario la inversión de grandes capitales como el que aspiraba llevar acabo
Ricardo Zuloaga, pero que finalmente y después de vencer tantos obstáculos
pudo hacer realidad más adelante.
La Compañía Nacional “La Electricidad de Caracas,” fue creada con el objeto
de generar fuerza eléctrica con las caídas de agua del Encantado y Los Naranjos
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del río Guaire, para ser utilizadas y vendidas de acuerdo con las concesiones y
derechos que para ellos se le dio y fue constituida el 16 de noviembre de 1895,
fijándose en veinticinco años su duración. Pero pudiendo prorrogarse o
reducirse este término por decisión de una asamblea general convocada a tal
objeto.
A través de los diferentes diarios capitalinos llegaba a los caraqueños la
información sobre el inicio de la nueva empresa, que se encargaría del
alumbrado eléctrico de la ciudad. En las páginas del diario El Tiempo se publicó
lo siguiente:
La inauguración del alumbrado eléctrico se verificará en la noche
del 2 del próximo febrero. Los Bulevares del Capitolio y la plaza
de Bolívar estarán iluminados completamente por grandes focos
de luz de arco. En la torre de la catedral se colocaran luces que
harán destacar la estatua que la domina. (El Tiempo, Año II, Nº
562, Caracas 24 de enero de 1895).
Después de transcurrir dos años pudo al fin Zuloaga Tovar, poner en marcha
su proyecto con la colocación de dos turbinas de eje vertical de la fábrica
Suiza Escher Wyos, el 08 de agosto de 1897, fecha en que se llevó a cabo la inauguración
de la empresa, cuyo acto contó con la presencia del entonces presidente
de la república, general Joaquín Crespo, de los Ministros de Obras Publicas,
de Guerra y Marina y de otras notables personalidades de la sociedad caraqueña.
La comitiva conformada por las autoridades gubernamentales que daría apertura
al acto, partió desde la estación del Ferrocarril Central hacia el Encantado en
dos trenes preparados para tal fin, y después de visitar la toma de agua y las
maquinarias instaladas el señor Juan Esteban Linares, presidente de la compañía
la declaró instalada pronunciando un discurso alusivo al celebrado
acontecimiento, e inmediatamente se procedió a poner en movimiento todas
las maquinarias con el mayor éxito (Rohl, 1977).
Esa misma noche sus generadores suministraron la necesaria energía para el
alumbrado y la fuerza motriz quedando iluminada la Avenida Este, desde la
Torre de la Catedral, hasta la Cervecería de Caracas, empresa que figuró entre
las primeras que utilizaron la nueva energía junto con la Compañía del Gas.
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En los días posteriores al establecimiento de la planta del Encantado, los
representantes de las compañías La Electricidad de Caracas señor Juan Esteban
Linares y de la empresa transnacional La Compañía del Gas y de la Luz
Eléctrica señor Carlos Vicente Echeverría, firmaron un contrato de suministro
eléctrico para el alumbrado de la ciudad de Caracas, en la que esta última se
comprometía a suplir 223.6 kilovatios para doce horas diarias de alumbrado
público a un precio de 65 centavos por caballo cada noche. Igualmente cada
uno de los firmantes se comprometió a no suplir electricidad a los suscriptores
de la otra, por tanto, desde aquel momento el mercado caraqueño quedó dividido
de la siguiente manera: La Compañía del Gas y de la Luz Eléctrica suministraría
únicamente servicio de alumbrado público y la Electricidad de Caracas solo
fuerza motriz.
Dentro de este acuerdo inició la compañía eléctrica La Electricidad de Caracas
sus operaciones con la planta eléctrica El Encantado, de donde arrancaban
dos líneas de transmisión que se unían en Caracas, en un local que tenía la
empresa en las inmediaciones del ferrocarril central, a donde estaban los
transformadores. De allí partían para la distribución, tres líneas que alimentaban
la oficina generadora de los tranvías eléctricos y la cervecera nacional; otra
que iba por la parte sur de la población, pasaba por la planta de luz eléctrica en
puente Junín, y se prolongaba luego hasta Catia y la Vega, para surtir
respectivamente a la curtiembre (lugar para curtir licor, cuero etc.) de los señores
Baccardo y a la fábrica nacional de cemento. La tercera se dirigía hacia el
norte y circundaba la ciudad hasta unirse con la anterior, de manera que
cualquiera de estas dos líneas podía hacer el servicio de ambas en caso de
interrupción de una de ellas.
Para el 15 de julio de 1897, el ingeniero Ricardo Zuloaga Tovar en representación
de la empresa La Electricidad de Caracas, obtuvo el permiso para colocar
en las calles de la ciudad de Caracas los postes y alambres que necesitaba
dicha empresa para la distribución de la fuerza eléctrica, la cual fue utilizada
en febrero de 1898 por la Compañía del Gas y de la Luz Eléctrica para el
suministro de alumbrado en diferentes sitios públicos de la ciudad y particulares.
En esa fecha, el presidente de dicha compañía recibió la autorización de la
gobernación del Distrito Federal para colocar en el interior del mercado
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principal, tres focos de luz eléctrica distribuido de manera que quedaran
iluminados sus distintos departamentos y 30 faroles de gas distribuidos de la
siguiente manera: 14 en la plaza El Venezolano, 9 en la Pastora y 7 de Punceres
a Rumualda. (Gaceta Oficial Nº 7252, Caracas 26 de febrero de 1898).
También fue colocado posteriormente en el matadero público un aparato que
producía cien luces, con la finalidad de iluminar el establecimiento por la
noche, y poder hacer los trabajos del beneficio del ganado en las primeras
horas de la mañana, que permitiera conservar la carne en buen estado, ya que
por falta de alumbrado en el mencionado matadero se sacrificaba el ganado a
plena luz del sol, y al siguiente día cuando era puesta para la venta al publico,
por lo general ya la carne estaba dañada.
Este matadero funcionó como tal hasta 1916, a partir de ese año se acondicionó
para la realización de las corridas de toros, mejor conocido en la actualidad
como el Nuevo Circo de Caracas, siendo este uno de los sitios más atractivos
para la época.
Según testimonio de Manuel Landaeta Rosales, el primer zaguán que se iluminó
con luz eléctrica en Caracas fue el de una casa situada entre las esquinas del
Corazón de Jesús y Perico número 72, cuyo propietario era el ya conocido
representante de la Compañía del Gas y de la Luz Eléctrica, señor Carlos
Vicente Echeverría. Además señaló que en las noches del 13 y 14 de octubre
de ese año 1897, con motivo de celebrarse el Jubileo Sacerdotal del Istmo
Monseñor Arzobispo Críspulo Uzcátegui, se iluminó con luz eléctrica y de un
modo esplendido, la parte exterior de la Catedral de Caracas y también la
fachada de otros templos entre esos el Panteón Nacional que fue iluminado
por medio de una gran araña de cristal de bacarac de 4.000 piezas y 230 luces.
(Gaceta Municipal del Distrito Federal Nº 298, Año 1904).
Continúa diciendo Landaeta Rosales que el alumbrado más notable de la
empresa de luz eléctrica de Caracas fue el del interior y exterior de la casa
amarilla, en el gran baile dado por el general Cipriano Castro, en la noche del
31 de octubre de 1903. Este alumbrado consistía en millares de globillos de
colores, de luz incandescentes, y en la fachada del edificio se ostentaba un
arco resplandeciente de luces tricolores destacando sobre el fondo del cielo
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un “Viva Venezuela” en grandes letras y en la plaza Bolívar además de la luz
eléctrica y de gas, lucían millares de preciosos farolitos japoneses de papel.
También fue admirable el efecto producido por el alumbrado eléctrico en las
noches del 15 y 16 de marzo de 1904, en el trayecto de la catedral a la esquina
de la Casa Amarilla, y de esta a la iglesia de las Mercedes, con motivo de la
llegada del ilustrísimo señor Doctor Juan Bautista Castro.
Para mediados de abril de ese mismo año, el gobernador del Distrito Federal
general Ramón Tello Mendoza, hizo colocar veinticinco focos potentes de luz
eléctrica en el paseo denominado “Avenida Castro antiguo recreo “El Paraíso”,
que partiendo de la esquina de las Peláez termina en el puente de “Las Delicias”,
describiendo un hermoso arco que irradiaba luz y hacía esplendente claridad
en aquel sitio, donde se concentraban reconocidas personalidades de la sociedad
caraqueña en búsqueda de recreación.
Posterior a esto el alumbrado eléctrico se fue extendiendo de manera progresiva
en toda Caracas, quedando la ciudad completamente iluminada a partir de
1905, año en que finalmente se le dio cumplimiento al contrato sobre alumbrado
eléctrico, que desde 1901 había firmado la Gobernación del Distrito Federal y la
Compañía del Gas y de la Luz Eléctrica, el cual establecía en su artículo primero:
La compañía se compromete a extender en toda la ciudad de
Caracas el alumbrado eléctrico público con lámparas de arco
voltaico de 1200 bujías efectivas cada una, hasta el número de
ochocientas (800) lámparas, convenientemente colocadas en todas
las bocas calles, centro de las cuadras, plazas, avenidas, paseos y
parques públicos y en los alrededores de las estaciones de
pasajeros de los ferrocarriles que llegan a la capital, a cuyo efecto
el Consejo Municipal del Departamento Libertador concede a
dicha compañía el permiso de establecer las líneas que le fueren
menester, ya sean subterráneas o aéreas, estas sobre postes, brazos
o arcos que no afeen la ciudad, y que no impidan el libre transito
de sus calles. (Gaceta Oficial Nº 8.200, 08 de abril de 1901).
Fue así como definitivamente se estableció el servicio de alumbrado eléctrico
en la ciudad capital permitiendo un mayor desarrollo comercial y mejor imagen
ambiental sobre todo en las horas nocturnas.
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Es importante destacar que no solo fueron La Electricidad de Caracas y la
Compañía del Gas y de la Luz Eléctrica, las únicas empresas contratadas por
la Gobernación del Distrito Federal para realizar los trabajos del alumbrado y
otros servicios eléctricos en la ciudad de Caracas durante esos últimos cinco
años del siglo XIX y primeros ocho del XX. También Jaime Felipe Carrillo,
presidente de la empresa eléctrica de Maracaibo, firmó contrato con este
organismo para la colocación de alambres, postes y arcos en las calles de
Caracas y abrir una vía para el paso de los alambres transportadores de la
corriente eléctrica de Macuto a Caracas. Dicha vía partiría de la estancia San
Juan o Pedrosa en Macuto, siguiendo por la fila el Palmar hasta llegar a la fila
maestra del Ávila, descendiendo luego por la loma del Camino Real de Galipán
hasta la oficina de transformación y reparto de la corriente eléctrica de
alimentación de los alumbrados públicos y privado (Memorias de la
Gobernación del Distrito Federal 1897).
De igual manera Carlos W. Fitz Gerald, empresario norteamericano, firmó
con el Ministerio de Fomento un contrato para establecer en Caracas un sistema
de servicio eléctrico de policía a estilo de los establecidos en los Estados Unidos
y Europa, el cual funcionaría mediante unas cajas eléctricas de hierro,
contentivas cada una, de un teléfono magnético mecánico, y colocado hacia
un lado de la caja un reloj con cuerda para ocho días (Gaceta Oficial Nº 6.627,
Caracas 04 de febrero de 1896).
Conclusiones
Con la llegada del alumbrado eléctrico la sociedad venezolana en su conjunto
entró en un aceleramiento de sus fuerzas productivas. Igualmente, la riqueza y
el desarrollo socioeconómico que aupó este invento del hombre, estuvo
acompañado de evidentes contradicciones en el orden del poder político y de
los intereses de sectores económicos cuya iniciativa privada expandió a las
principales ciudades del país el alumbrado, estableciendo empresas, pero
algunos de ellos con intención monopólico, pretendiendo concentrar el servicio
y las ganancias.
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El empuje, por su parte, del proceso económico que se desarrolló con la
implementación del alumbrado eléctrico sustentó las bases de una estructura
urbanística, hasta ese momento incipiente en la Caracas de fines del siglo
XIX, trayendo consigo una importante dinámica social, cultural, artística,
organizativa, sanitaria, alimenticia, política, y el desarrollo de expresiones de
trabajo, hasta ese momento inéditas.
Por ejemplo, el servicio de alumbrado eléctrico permitió posteriormente en
Caracas, el fusionar las tres compañías de tranvías existentes bajo el nombre
de “Tranvías eléctricos de Caracas,” sustituyendo de esta manera los viejos
tranvías tirados por equinos que tardaban mayor tiempo en el traslado de los
usuarios de un sitio a otro. Destaca también el hecho que gracias al servicio
eléctrico en los hospitales se incorporaron equipos tecnológicos que
funcionaban con electricidad para el uso de cirugías, exámenes de laboratorio
y otros servicios. En el hospital Vargas, se realizaron mejoras en el laboratorio
permitiendo la realización de exámenes clínicos y bacteriológicos.
Con el establecimiento de la industria eléctrica en Caracas se formaron también
carpinterías, talleres mecánicos, plantas de beneficios de café, plantas de
preparación de maíz para las arepas; las imprentas y las jabonerías tuvieron la
transformación del vapor por el dinamo, el cual tenía un costo mucho menor
que la caldera y la máquina de vapor que requería el alto salario de un
maquinista.
El béisbol fue otro deporte que nació en Caracas a la par del alumbrado
eléctrico, teniendo entre sus principales fanáticos y promotores a Carlos
Zuloaga Tovar dueño del equipo de béisbol los Samanes, hermano de Ricardo
Zuloaga Tovar fundador y principal accionista de la Compañía Eléctrica La
electricidad de Caracas y el mismo que el 27 de abril de 1902 inauguró en
terrenos adyacentes a su residencia ubicada en el Paraíso, el segundo estadio
de béisbol que existió en Caracas.
Las fiestas, reuniones sociales y actividades culturales que con mucha
frecuencia se dieron en Caracas después de la implantación del alumbrado
eléctrico, eran programadas en gran medida por instituciones ligadas al sector
económico y personalidades pertenecientes al mundo político. En fin, Caracas
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se adentró en una nueva era, significando un gran avance en cuanto al desarrollo
socio cultural de sus habitantes.
Referencias
Fundación John Boulton, Archivo de Guzmán Blanco. Carta dirigida por
Carlos Palacios. Caracas 19 de julio de 1883.
Memorias de la Gobernación del Distrito Federal 1897. Caracas: Consejo
Municipal, Documento Nº 153, Caracas 29 de junio de 1896.
Gaceta Oficial Nº 6.627. Caracas, 04 de febrero de 1896.
Gaceta Oficial Nº 8.200, Caracas, 08 de abril de 1901.
Gaceta Oficial Nº 7252, Caracas 26 de febrero de 1898.
Gaceta Municipal del Distrito Federal Nº 298. Extraordinaria en homenaje
del 94 aniversario del 19 de abril de 1810. Año 1904.
Diario El Siglo, Año II, Nº 536, Caracas 25 de abril de 1883.
Crónicas de Caracas, Nº 14, Caracas Mayo-Junio de 1953.
El Tiempo, Año II, Nº 562, Caracas 24 de enero de 1895.
El Radical, Año I, Nº 59, Caracas 15 de julio de 1890.
El Economista, Año I, Nº 90, Caracas 26 de diciembre de 1889.
ARELLANO MORENO, A. (1972). Caracas, Su Evolución y su Régimen
Legal. Madrid: S/E, 2º Edición.
ARRAIZ LUCCA, R. (2006). La electricidad de Caracas: el desarrollo de
una empresa de servicios, administrada por cuatro generaciones de
gerentes venezolanos (1895), y el paso a otra de capital y gerencia
globalizada (2000). Caracas: Publicaciones de la Universidad Católica
Andrés Bello.
ROHL, J. (1977). Ricardo Zuloaga. Caracas: S/ E.

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