sábado, 11 de enero de 2014

Por la importancia de su contenido en cuanto a la situación económica de Venezuela.
Retos económicos de América latina, hago una transcripción total de este trabajo de INFOLATAM.
La enfermedad holandesa acecha a varios países latinoamericanos
Las claves
El análisis

(Especial Infolatam).- “ ¿Qué significa esto? Que las nuevas necesidades de consumo están siendo satisfechas con importaciones, no con producción propia –se trata de una prosperidad superficial: dinero que viene y se va–; y que los empresarios están ganando mucho más de lo que invierten, esto es, que una parte del capital que hemos recibido, al final, se volverá a ir”.
(Especial para Infolatam por Rogelio Núñez)-. El “latino optimismo” tiene en la “enfermedad holandesa uno de sus talones de Aquiles. Es un fenómeno económico que Venezuela encarna a la perfección en América latina, que empieza a padecer con fuerza Colombia y al que se asoman ya países como Brasil, Chile o Perú.
Son ya muchas las voces de alarma. Para la región figuras como la de Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, han alertado sobre este peligro que se cierne, el de que  “las apreciaciones cambiarias conspiran en cierta medida con modelos productivos exportadores y favorecen más la importación que la exportación”.
Rolando Cordera, coordinador del Centro de Estudios Globales y de Alternativas para el Desarrollo de México de la UNAM, explica que si se aprecia el tipo de cambio sin control en América Latina podría presentarse la enfermedad holandesa -que hace depender a un país de sus ingresos por recursos naturales-, y así se profundizaría el proceso de desindustrialización.
Por su lado, José Antonio Ocampo, académico de la Universidad de Columbia (Nueva York), en referencia al caso colombiano advierte que “en términos de enfermedad holandesa tenemos como 40ºC, la fiebre es altísima. La reforma tributaria va a tener un efecto positivo sobre los sectores que son más intensivos en mano de obra, ya que les reduce los costos laborales. Creo que fue una medida positiva, pero hay que hacer una cosa mucho más agresiva en materia de desarrollo y de política industrial”.
Venezuela, un caso de manual
Venezuela es en muchos aspecto un caso perfecto para explicar la “enfermedad holandesa”. Es un país que debido al predominio de la explotación petrolera ha ido arrinconando a otros sectores económicos hacia la periferia. Ahora es un país monoproductor, desindutrializado y que necesita importar gran parte de lo que consume.

La empresa petrolera venezolana, PDVSA
La exportación petrolera genera una gran entrada de divisas  donde se sostiene el aumento del gasto público del chavismo lo que genera, a su vez, inflación, y presión sobre “la demanda de divisas.El precio artificialmente bajo de estas últimas estimula la importación de todo tipo de mercancías y fomenta la constitución de depósitos en el exterior”.
Como recuerda Romulo Lander “los casos más claros de enfermedad holandesa se dan en países petroleros como Venezuela, en la que en el precio del petróleo genera fuertes entradas de divisas y como consecuencia la apreciación o revaluación de su moneda, hasta el punto que ha asfixiado al resto de la actividad económica. En nuestro país este fenómeno se da porque el ingreso masivo de moneda extranjera ha fortalecido la moneda local en comparación a la de sus socios comerciales. Lo que termina haciendo a los sectores Productor y exportador más vulnerables y menos competitivos, dado que comparativamente sus costos de producción suben desproporcionalmente respecto a otros países con monedas más estables”.
Por su lado, Sergio Arancibia señala en Tal Cual “el ciclo gasto público, importaciones y fuga de divisas se complementa con el crecimiento de la deuda externa e interna, cuyo pago, al poco rato, se convierte en una nuevo destino obligado de las divisas, las cuales terminan finalmente haciéndose escasas y caras y tendiendo, por lo tanto, a elevar su precio. Lo que comienza como una abundancia de divisas, se convierte, como consecuencia de la dinámica de la enfermedad venezolana, en su contrario, es decir, en una aguda escasez de las mismas. Como resultado global de todo este esquema, la industria nacional pierde competitividad internacional – igual que en la enfermedad holandesa – la población pierde ingresos reales como consecuencia de la inflación, y el gobierno se ve en dificultades para seguir con su ritmo alocado de gasto público”.
Chile se asoma a la enfermedad holandesa
Chile, la economía más admirada y desarollada en la región, no escapa al mal producido por el boom exportador de las materias primas, en su caso el cobre. Uno de los síntomas, la revalorización excesiva de su moneda, ya es una realidad en este país andino.
De hecho, el Gobierno de Chile estudia medidas para contener el fortalecimiento de la moneda local frente al dólar, como incluir límites para el endeudamiento de instituciones del Estado y la emisión de bonos en pesos.
El peso chileno ha subido con fuerza frente al dólar impulsado por los altos precios del cobre, todos claros síntimas de la enfermedad holandesa. La moneda chilena acumula un repunte de un 1,12% frente a la divisa estadounidense en lo que va del 2013, lo que se suma a un alza del 8,48% que registró al cierre del año pasado.

China es un gran consumidor del cobre chileno
“Estamos estudiando algunas medidas macroprudenciales ante el riesgo que hay para el dólar”, dijo el ministro de Hacienda Felipe Larraínen una entrevista con el periódico La Tercera.
Además, Larraín volvió a rechazar un control al ingreso de capitales externos: “puede haber circunstancias extremas en las que pueda considerarlos, pero soy escéptico en su efecto. Trataremos de no caminar por ahí … Estamos estudiando algunas medidas macroprudenciales ante el riesgo que hay para el dólar. Hasta el momento son medidas que no hemos considerado del caso aplicar, pero son parte del arsenal de políticas que sí pueden usarse”.
El gobierno chileno además sostiene que la economía no está recalentada: “no. Categóricamente, no está sobrecalentada. Las pruebas están en lo siguiente: una cosa es que tengamos dinamismo, fortaleza, en la demanda privada, particularmente la inversión, más que en el consumo, pero con un consumo creciendo en forma dinámica, y otra es que tengamos un escenario de sobrecalentamiento. Por eso hago énfasis en la contribución de la política fiscal”.
Peru no elude el peligro
Perú lleva años creciendo a tasas chinas gracias a sus exportaciones de materias primas con destinos asiáticos y desde los tiempos de Alan García el objetivo es alcanzar en cuanto a desarrollo al vecino chileno.

Minería en Perú
Sin embargo, este país no es ajeno a algunos de los síntomas de la enfermedad holandesa.
El diario The Economist alertaba recientemente sobre la caída del dólar, ya que en un lustro el peso se ha sobrevaluado en un 25%, lo que ha llevado a que las importaciones de bienes de consumo se disparen, afectando la industria y a la agricultura. Con un dólar más barato, los productos importados salen al mercado peruano más asequibles y expulsan a las empresas peruana que generan menos empleos y menor pago de impuestos.
Como explica Pedro Francke “que el tipo de cambio caiga es un síntoma típico de la llamada enfermedad holandesa, que suelen sufrir las economías que tienen un boom de exportaciones mineras o de otras materias primas. Es el caso del Perú: la minería, gracias a que tenemos cerros llenos de oro, cobre, zinc y demás metales, trae al país miles de millones de dólares. Los dólares no vienen solo por las exportaciones; las inversiones mineras también significan sumas fuertes de dinero extranjero entrando al Perú”.
Este analista añade que “además, como los indicadores macroeconómicos mejoran, los capitales especulativos a nivel internacional ven al país con buenos ojos y se vienen para acá. Todo suena muy bien, pero el problema es que ese ingreso de dólares abarata el dólar. La ley de la oferta y la demanda: si hay más dólares, su precio cae. Simple y directo. ¿Y cuál es el problema? Pues que la industria, la agricultura y el turismo, donde hay que ganar mercado a punta de ser competitivo y no de saquear el banco de oro de Raimondi, pierden competitividad. Y son precisamente estos sectores, hoy afectados por la enfermedad holandesa, los que pueden servir de base para la diversificación y sofisticación de la producción, la generación de empleos de calidad y una dinámica de mejora tecnológica sostenida”.
Colombia, ya sonaron las alarmas
Donde más conciencia hay del peligro es en Colombia.
Para Colombia la inversión externa directa en minería representó para 2010 un 30% del total, mientras que en Bolivia para el período 2004 – 2008 el 56% de la IED fue destinado a sectores asociados a recursos naturales, un 34% al sector minero.
José Antonio Ocampo lleva tiempo anunciando hacia donde va la economía colombiana. Si bien alaba las medidas anunciadas por el gobierno de Juan Manuel Santos cree que “hay que ser un poco más agresivos. Primero, los mercados no van a cambiar de tendencia porque el Banco aumente sus intervenciones. Toda la experiencia internacional muestra que el Emisor tiene que dar unas señales absolutamente claras de que quiere superar la apreciación; en otras palabras, que está dispuesto a radicalizar las medidas. Y eso no está sobre el tapete. Sigo considerando que veamos muy positivamente que las entidades públicas y Ecopetrol no utilicen el financiamiento externo en la magnitud que lo han venido haciendo, pero también hay que darle la misma señal al sector privado y por eso he sido defensor de una regulación a las entradas de capital, los encajes fuertes y hoy en día tienen que estar acompañados de medidas que definan claramente qué es Inversión Extranjera Directa (IED), para propósitos de eximirla de un encaje al financiamiento externo”.
Este académico de la Universidad de Columbia ha “propuesto que se establezca o un impuesto a las exportaciones de sectores de minería o reinventarnos la retención cafetera, que una parte de los ingresos de los exportadores mineros tienen que conservarse en unos títulos a largo plazo que emite el Banco. Se podría pensar en poner un piso a la tasa de cambio; de hecho, eso fue lo que hizo Suiza con éxito. Colombia tiene la tasa de cambio más sobrevaluada de América Latina sin duda alguna, y por lo tanto es esencial corregir el problema”.
En el 2011 las exportaciones colombianas sumaron 51.452 millones de dólares y la inversión externa directa alcanzó 13.605 millones. Ese año el sector minero-energético representó el 65% de las exportaciones y el 59% de la IED. Y para el año 2012 las exportaciones rondaron los 60.000 millones de dólares y la IED los 16.000 millones.
Derivado de esa gran abundancia de dólares, el peso colombiano viene apreciándose de manera significativa: el dólar vale actualmente lo mismo que en 1999.


No hay comentarios:

Publicar un comentario