lunes, 10 de febrero de 2014

“Cuando un sistema político solicita o se deja imponer un padre, podrá ser cualquier cosa, menos una democracia”. Manuel Caballero.
ROMULO BETANCOURT (1908-1981).
“LA GENERACIONDEL 28”
En la historia de Rómulo Betancourt hay quienes han querido consagrarlo  como “Padre de la Democracia venezolana”, así como se ha querido hacer con Simón Bolívar, “Padre de la Patria”, o de un Juan Vicente Gómez, “Padre de la Paz”, tal planteamiento tal cual como lo indica Manuel Caballero en su obra, “Rómulo Betancourt, político de nación, “es un cretinismo histórico que no se atreve a actuar si no es bajo una protección paternalista”.
Establezco esta premisa de inicio para entender mejor lo que debe ser la lectura cierta, analítica y de visión que se le debe dar a los personajes que se han identificado en la vida política nacional. Al hablar de Rómulo Betancourt y cualquier otro político, es necesario recordar que uno de los elementos que han caracterizado la vida política nacional es el combate al caudillismo, figura política que ha identificado la historia de los pueblos latinoamericanos. El caudillismo es la herencia maligna de la lucha independentista, es la ausencia de intelectualidad, de principios democráticos y la expresión genuina para el cultivo de la demagogia y el engaño, dirigida siempre a la búsqueda de consolidación del personalismo despótico, base de estos movimientos políticos, en las clases populares, las cuales en el tiempo han sido el soporte que amuralla todo lo contrario a la Democracia.  Los caudillos han tonificado el despotismo y la anarquía y han destruido la intelectualidad en beneficio de la ignorancia y la dependencia.
“El hombre –así, a secas- es el producto de un determinado medio social y cuando esta dotado de cualidades singulares, es capaz de promover transformaciones de ese mismo medio en los campos tan variados de actividad colectiva. Este es el hombre, es frase que han oído a gentes del pueblo un numero que no me atrevería cuantificar de conductores políticos venezolanos” (Hombres y Villanos. Rómulo Betancourt)
Rómulo Ernesto Betancourt Bello nace en Guatire, Estado Miranda el 22 de Febrero de 1908, es hijo de un inmigrante canario, Luis Betancourt y de la venezolana, Virginia Bello Milano. Tuvo dos hermanas, María Teresa y Helena.
Su juventud de estudiante le transcurre en Caracas donde cursa sus estudios de bachillerato en el Liceo Caracas (hoy Liceo Andrés Bello) para ese entonces su director era el maestro y escritor Rómulo Gallegos. Entre sus más destacados profesores están las personalidades del mismo Gallegos, Fernando Paz Castillo, Caracciolo Parra León, José Antonio Ramos Sucre. En el año 1927 ingresa a la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Venezuela. Comparte sus estudios trabajando en  un bufete de abogados y en el Colegio de Abogados, el tiempo libre lo dedica a la lectura, a escribir cuentos y a su formación política.
Su participación activa en la política se inicia en el año 1928 con motivo de las actividades organizadas por la Federación de Estudiantes en la celebración de la Semana del Estudiante; el motivo que orienta la programación de la Federación de Estudiantes es el crear fondos para la construcción de la Casa del Estudiante; el desarrollo de los actos toman un carácter de protesta contra la dictadura gomecistas. Dentro de los principales protagonistas de esta jornada estudiantil encontraremos a Raúl Leoni, Presidente de la Federación de Estudiantes, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Andrés Eloy Blanco, Armando Zuloaga, Miguel Acosta Saignes, Pio Tamayo, Juan Oropeza, quienes en el tiempo conformaran la Generación del 28. Aquí encontraran la primera experiencia carcelaria, son encarcelados en el Cuarte del Cuño, siendo trasladados al Castillo del Libertador, Puerto Cabello, donde son colocados en calabozos oscuros sin ventanas, con grillos y dentro de crueles condiciones, es aquí donde Rómulo celebra sus veinte años de vida; mediante los buenos oficios de ciudadanos y la presión social logran la libertad, el 27 de Abril del mismo año interviene en otro movimiento insurreccional y se enfrenta a la persecución policial, el exilio y se da el cierre de la Universidad Central de Venezuela.
Su participación en las actividades de la Semana del Estudiante lo lleva a la clandestinidad, escapándose a Curasao. El estudio de la historia política Latinoamericana, del pensamiento socialista y la lectura de obras sobre la colocación del imperialismo en Latinoamérica, constituyen su actividad central. En Curasao ingresa en el Partido Revolucionario Venezolano (PRV), de base filosófica marxista y cuya sede central esta en Ciudad de México, su estadía en el PRV es muy dilatada.
El exilio constituye un compañero constante en la vida de Rómulo Betancourt, fue una escuela de formación de su personalidad política. En su periplo vital de solo 73 años y medio, 26 años constituyeron un vida fuera de su país, la expulsión, la huida, el asilo diplomático conformaron su formación (Este rasgo del exilio lo conseguiremos en la mayoría de los jóvenes que se formaron en la política bajo los regímenes dictatoriales del siglo XX). Rómulo no se hiso en la comodidad del país ni del exilio, se caracterizo por ser un hombre estudioso y  trabajador, las virtudes aprendidas en el seno familiar y practicadas a lo largo de la vida, blindaron su moral política, su obstinada actitud de mejoramiento para superarse y moldear su proyecto personal y político, no le permitió caer en la bohemia del exilio y en la aventura ideológica, por ello logro una solida formación ideológica y una visión muy clara de sus objetivos. Sus escenarios de acción fueron El Caribe y Centroamérica. En su producción intelectual en esa época encontramos dos folletos interesantes: “Dos meses en las cárceles de Gómez” y “En las huellas de la pezuña” en este último escrito consigue la colaboración del Miguel Otero Silva. En Rómulo Betancourt se consigue una constante base, el aprendizaje y crecimiento para el logro de una definición ideológica y su visión de una nueva Venezuela orientada hacia el desarrollo económico, social, cultural y educativo.

La “Generación del 28” y la formación política de Rómulo Betancourt, mas que adentrarnos en hechos particulares del ajetreo diario de su actividad política es lo que persigo en este trabajo, ese pasaje diario ha sido abordado en reiteradas ocasiones, pero el análisis de su formación y su aporte a la elaboración de una visión de país nacional y en especial hoy cuando necesitamos entender el “con quien vamos y hacia donde nos quieren llevar”, hace mas importante conocer otra visión del aporte de este hombre y su generación a la conformación de la Venezuela de comienzos del sigo XX.
El año 1928 tiene una importancia muy destacada en el viraje que vive la nación, la afirmación de Mariano Picón Salas, “El Siglo XX empezó en Venezuela en 1936”,  es muy valida, por cuanto, si hubo un proceso emancipador que rompe las cadenas de la dependencia de la Corona Española, Venezuela se subsume en un encierro de caudillos que le coloca de espaldas a la modernidad. Es a partir de la tercera década del pasado siglo con el fallecimiento del caudillo Juan Vicente Gómez, luego en el 48 con el primer asomo de constitucionalidad y del 23 de enero de 1958, cuando la modernidad se encamina.

La modernidad, entendida, en términos políticos, como el conjunto de mutaciones que se dan a partir de la segunda mitad del siglo XVIII europeo, donde el individualismo se transforma en el valor cardinal de la sociedad moderna; la herencia kantiana desarrolla una idea de individuo que se rige por la “autonomía de la voluntad”, “el hombre es un ser moral que hace de su vida una sucesión de elecciones libres, capaz de moldear la sociedad con sus acciones individuales” (Individualismo y modernidad. Julio Mejías Navarrete).
Al salir de una sociedad jerarquizada, el individuo, definido como ciudadano libre, se hace una unidad de referencia del cuerpo social, se sustenta en nuevos principios, como: democracia, libertad, pluralidad de pensamiento, derechos cívicos, mecanismos de representatividad expresados a través del sufragio universal que consagra la soberanía efectiva del pueblo sobre su destino. (El positivismo venezolano y la modernidad. Nikita Harwich Vallenilla).
Las iniciativas de la “Generación del 28”, van a inducir el desencadenamiento de Prometeo, la necesidad de democracia, libertad plural, protección de los derechos civiles, de búsqueda de un proyecto país permiten irrumpir en el camino de romper las cadenas colocadas, por los Zeus del caudillismo que habían anarquizado el país.
Este grupo de jóvenes crean las bases para el rompimiento de “colonización” de los viejos personalismos cuando en sus primeras actuaciones públicas van revestidos de planteamientos donde  invocan la defensa “de los intereses colectivos”, omiten no solo el nombre del general Gómez, de Castro, de viejos caudillos, utilizan el anonimato y lo defienden no como una defensa ante la represión de la tiranía, “sino como una posición que contraponen la rebeldía colectiva al gesto individual”.  Previo a los hechos de la “Semana del Estudiante”, conforman un documento donde deslindan planteamientos. Joaquín Gabaldon Márquez será quien por primera vez utilizara el término de “generación”, en  ellos la lectura precede a la escritura. Para la época dos acontecimientos mundiales dejan sus huellas; La Revolución Rusa. Los partidarios de Lenin derrotan el gobierno provisorio, el Primer Ministro Kerensky deja la capital, el Palacio de Invierno, sede del gobierno. Revolución de Octubre, la toma del poder por los bolcheviques; el otro hecho lo constituye la entrada de los Estados Unidos en la guerra, tiene una incidencia directa en la historia e influye significativamente en Venezuela. Es el inicio de la conversión de Estados Unidos en la potencia industrial más grande del mundo. Es el fin de la era del carbón, el comienzo de la época dorada del petróleo.  El Zumaque Uno en Mene Grande, esta en producción.
Al adoptar la denominación “generación”, adjetivaban el comportamiento, ya no es la oposición tradicional entre “gomistas” y “antigomistas”. Como indica Manuel Caballero (Idem), “lo de “generación” no significo en realidad esa sucesión biológica o cronológica que el término contiene, sino una forma de designar una voluntad colectiva, que se buscaba oponer a la egomanía de tiranos y anti-tiranos. Es preocupación por fundirse en la masa,  representar y representarse como una voluntad colectiva, solo se explica en una sociedad que había visto hundirse una república ensangrentada en el pantano del personalismo, y ser sustituida por una tiranía también personalista.”
En las intervenciones de los actos de tan significativa semana, destacan Jovito Villalba, Joaquín Gabaldon Márquez, el   poeta Pio Tamayo con su metáfora sobre la mujer secuestrada, la libertad, Rómulo Betancourt, caracteriza su referencia a los quinientos súbditos de Beatriz, quienes se comportan libres de oportunismo y claudicaciones, es una primera referencia a la participación democrática y libre decisión. La policía arresta a cuatro líderes: Jovito Villalba, Rómulo Betancourt, Guillermo Prince Lara y Pio Tamayo, cabe destacar la actitud asumida por una significativa masa estudiantil que en solidaridad se entregan a la policía para seguir a sus líderes, su destino es el Castillo de Puerto Cabello. La respuesta es colectiva y es también lo más significativo: la huelga general. Los empleados, obreros, profesionales de Caracas, el Litoral se declaran en huelga, el 24 de febrero los operarios de teléfono se ponen en huelga, los empleados de farmacia piden se les reduzca a prisión junto con los estudiantes. El país adormilado durante años por la tiranía despierta al cantar de los estudiantes. Ese “bravo pueblo” se impone y los estudiantes son liberados. Pero no son solo los estudiantes y la sociedad civil, el gusanillo llega también a los cuarteles y así conseguimos una sublevación en el batallón acuartelado en Miraflores, fallecen dos militares, otro grupo de insurrectos marcha al Cuartel San Carlos con la finalidad de apoderarse del importante parque contando con la complicidad del subteniente Agustín Fernández, la pronta intervención de el General Eleazar López Contreras da al traste con el alzamiento.
Las acciones se repiten en Octubre, los estudiantes salen a protestar por los lideres presos y los obligados al exilio, la semilla de la rebelión, de la participación colectiva queda sembrada, nace un liderazgo en los estudiantes, el ideal de la organización sindical se fortalece y ya no solo se queda en el retumbar de la protesta en las calles, sino también, la inquietud por la formación de partidos modernos, al igual como se ha venido dando en otros países como Colombia, Costa Rica, México, Perú, Chile y Argentina, con una base ideológica que toma sus energías en  el leninismo y el marxismo.
A partir de este momento la deliberación política se hace presente en Venezuela, surge la inquietud sobre dos alternativas mutuamente excluyentes: “capitalismo” y “socialismo”, opuestos binarios que determinaron en la época la inquietud estudiantil de una generación que se instala en el escenario político con un afán nacionalista y deliberante.

Rómulo Betancourt y su afán por aglutinar un liderazgo en la estructura de un partido político, en carta dirigida a sus compañeros, indica: “Lo que si no podemos nosotros pensar en ser es “intelectuales sin partido”… El tema lo desarrollaré en próxima entrega.

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