“Cuando un sistema
político solicita o se deja imponer un padre, podrá ser cualquier cosa, menos
una democracia”. Manuel Caballero.
ROMULO BETANCOURT (1908-1981).
“LA GENERACIONDEL 28”
En la historia de Rómulo Betancourt hay quienes han
querido consagrarlo como “Padre de la
Democracia venezolana”, así como se ha querido hacer con Simón Bolívar, “Padre
de la Patria”, o de un Juan Vicente Gómez, “Padre de la Paz”, tal planteamiento
tal cual como lo indica Manuel Caballero en su obra, “Rómulo Betancourt,
político de nación, “es un cretinismo histórico que no se atreve a actuar si no
es bajo una protección paternalista”.
Establezco esta premisa de inicio para entender
mejor lo que debe ser la lectura cierta, analítica y de visión que se le debe
dar a los personajes que se han identificado en la vida política nacional. Al
hablar de Rómulo Betancourt y cualquier otro político, es necesario recordar
que uno de los elementos que han caracterizado la vida política nacional es el
combate al caudillismo, figura política que ha identificado la historia de los
pueblos latinoamericanos. El caudillismo es la herencia maligna de la lucha
independentista, es la ausencia de intelectualidad, de principios democráticos
y la expresión genuina para el cultivo de la demagogia y el engaño, dirigida
siempre a la búsqueda de consolidación del personalismo despótico, base de estos
movimientos políticos, en las clases populares, las cuales en el tiempo han
sido el soporte que amuralla todo lo contrario a la Democracia. Los caudillos han tonificado el despotismo y
la anarquía y han destruido la intelectualidad en beneficio de la ignorancia y
la dependencia.
“El hombre –así, a secas- es el producto de un
determinado medio social y cuando esta dotado de cualidades singulares, es capaz
de promover transformaciones de ese mismo medio en los campos tan variados de
actividad colectiva. Este es el hombre, es
frase que han oído a gentes del pueblo un numero que no me atrevería
cuantificar de conductores políticos venezolanos” (Hombres y Villanos. Rómulo
Betancourt)
Rómulo Ernesto Betancourt Bello nace en Guatire,
Estado Miranda el 22 de Febrero de 1908, es hijo de un inmigrante canario, Luis
Betancourt y de la venezolana, Virginia Bello Milano. Tuvo dos hermanas, María
Teresa y Helena.
Su juventud de estudiante le transcurre en Caracas
donde cursa sus estudios de bachillerato en el Liceo Caracas (hoy Liceo Andrés
Bello) para ese entonces su director era el maestro y escritor Rómulo Gallegos.
Entre sus más destacados profesores están las personalidades del mismo
Gallegos, Fernando Paz Castillo, Caracciolo Parra León, José Antonio Ramos
Sucre. En el año 1927 ingresa a la Facultad de Derecho de la Universidad
Central de Venezuela. Comparte sus estudios trabajando en un bufete de abogados y en el Colegio de
Abogados, el tiempo libre lo dedica a la lectura, a escribir cuentos y a su
formación política.
Su participación activa en la política se inicia en
el año 1928 con motivo de las actividades organizadas por la Federación de
Estudiantes en la celebración de la Semana del Estudiante; el motivo que
orienta la programación de la Federación de Estudiantes es el crear fondos para
la construcción de la Casa del Estudiante; el desarrollo de los actos toman un
carácter de protesta contra la dictadura gomecistas. Dentro de los principales
protagonistas de esta jornada estudiantil encontraremos a Raúl Leoni,
Presidente de la Federación de Estudiantes, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba,
Andrés Eloy Blanco, Armando Zuloaga, Miguel Acosta Saignes, Pio Tamayo, Juan
Oropeza, quienes en el tiempo conformaran la Generación del 28. Aquí
encontraran la primera experiencia carcelaria, son encarcelados en el Cuarte
del Cuño, siendo trasladados al Castillo del Libertador, Puerto Cabello, donde
son colocados en calabozos oscuros sin ventanas, con grillos y dentro de
crueles condiciones, es aquí donde Rómulo celebra sus veinte años de vida;
mediante los buenos oficios de ciudadanos y la presión social logran la
libertad, el 27 de Abril del mismo año interviene en otro movimiento insurreccional
y se enfrenta a la persecución policial, el exilio y se da el cierre de la
Universidad Central de Venezuela.
Su participación en las actividades de la Semana
del Estudiante lo lleva a la clandestinidad, escapándose a Curasao. El estudio
de la historia política Latinoamericana, del pensamiento socialista y la
lectura de obras sobre la colocación del imperialismo en Latinoamérica,
constituyen su actividad central. En Curasao ingresa en el Partido
Revolucionario Venezolano (PRV), de base filosófica marxista y cuya sede
central esta en Ciudad de México, su estadía en el PRV es muy dilatada.
El exilio constituye un compañero constante en la
vida de Rómulo Betancourt, fue una escuela de formación de su personalidad
política. En su periplo vital de solo 73 años y medio, 26 años constituyeron un
vida fuera de su país, la expulsión, la huida, el asilo diplomático conformaron
su formación (Este rasgo del exilio lo conseguiremos en la mayoría de los
jóvenes que se formaron en la política bajo los regímenes dictatoriales del
siglo XX). Rómulo no se hiso en la comodidad del país ni del exilio, se
caracterizo por ser un hombre estudioso y
trabajador, las virtudes aprendidas en el seno familiar y practicadas a
lo largo de la vida, blindaron su moral política, su obstinada actitud de
mejoramiento para superarse y moldear su proyecto personal y político, no le
permitió caer en la bohemia del exilio y en la aventura ideológica, por ello
logro una solida formación ideológica y una visión muy clara de sus objetivos.
Sus escenarios de acción fueron El Caribe y Centroamérica. En su producción
intelectual en esa época encontramos dos folletos interesantes: “Dos meses en
las cárceles de Gómez” y “En las huellas de la pezuña” en este último escrito
consigue la colaboración del Miguel Otero Silva. En Rómulo Betancourt se
consigue una constante base, el aprendizaje y crecimiento para el logro de una
definición ideológica y su visión de una nueva Venezuela orientada hacia el
desarrollo económico, social, cultural y educativo.
La “Generación del 28” y la formación política de
Rómulo Betancourt, mas que adentrarnos en hechos particulares del ajetreo
diario de su actividad política es lo que persigo en este trabajo, ese pasaje
diario ha sido abordado en reiteradas ocasiones, pero el análisis de su
formación y su aporte a la elaboración de una visión de país nacional y en
especial hoy cuando necesitamos entender el “con quien vamos y hacia donde nos
quieren llevar”, hace mas importante conocer otra visión del aporte de este
hombre y su generación a la conformación de la Venezuela de comienzos del sigo
XX.
El año 1928 tiene una importancia muy destacada en
el viraje que vive la nación, la afirmación de Mariano Picón Salas, “El
Siglo XX empezó en Venezuela en 1936”, es muy valida, por cuanto, si hubo un proceso
emancipador que rompe las cadenas de la dependencia de la Corona Española,
Venezuela se subsume en un encierro de caudillos que le coloca de espaldas a la
modernidad. Es a partir de la tercera década del pasado siglo con el
fallecimiento del caudillo Juan Vicente Gómez, luego en el 48 con el primer
asomo de constitucionalidad y del 23 de enero de 1958, cuando la modernidad se
encamina.
La modernidad, entendida, en términos
políticos, como el conjunto de mutaciones que se dan a partir de la segunda
mitad del siglo XVIII europeo, donde el individualismo se transforma en el
valor cardinal de la sociedad moderna; la herencia kantiana desarrolla una idea
de individuo que se rige por la “autonomía de la voluntad”, “el hombre es un ser
moral que hace de su vida una sucesión de elecciones libres, capaz de moldear
la sociedad con sus acciones individuales” (Individualismo
y modernidad. Julio Mejías Navarrete).
Al salir de una sociedad jerarquizada, el
individuo, definido como ciudadano libre, se hace una unidad de referencia del
cuerpo social, se sustenta en nuevos principios, como: democracia, libertad,
pluralidad de pensamiento, derechos cívicos, mecanismos de representatividad
expresados a través del sufragio universal que consagra la soberanía efectiva
del pueblo sobre su destino. (El positivismo venezolano y
la modernidad. Nikita Harwich Vallenilla).
Las iniciativas de la “Generación del 28”, van
a inducir el desencadenamiento de Prometeo, la necesidad de democracia,
libertad plural, protección de los derechos civiles, de búsqueda de un proyecto
país permiten irrumpir en el camino de romper las cadenas colocadas, por los
Zeus del caudillismo que habían anarquizado el país.
Este grupo de jóvenes crean las bases para el
rompimiento de “colonización” de los viejos personalismos cuando en sus
primeras actuaciones públicas van revestidos de planteamientos donde invocan la defensa “de los intereses
colectivos”, omiten no solo el nombre del general Gómez, de Castro, de viejos
caudillos, utilizan el anonimato y lo defienden no como una defensa ante la
represión de la tiranía, “sino como una posición que contraponen la rebeldía
colectiva al gesto individual”. Previo a
los hechos de la “Semana del Estudiante”, conforman un documento donde
deslindan planteamientos. Joaquín Gabaldon Márquez será quien por primera vez
utilizara el término de “generación”, en
ellos la lectura precede a la escritura. Para la época dos acontecimientos
mundiales dejan sus huellas; La Revolución Rusa. Los partidarios de Lenin
derrotan el gobierno provisorio, el Primer Ministro Kerensky deja la capital,
el Palacio de Invierno, sede del gobierno. Revolución de Octubre, la toma del
poder por los bolcheviques; el otro hecho lo constituye la entrada de los
Estados Unidos en la guerra, tiene una incidencia directa en la historia e
influye significativamente en Venezuela. Es el inicio de la conversión de
Estados Unidos en la potencia industrial más grande del mundo. Es el fin de la
era del carbón, el comienzo de la época dorada del petróleo. El Zumaque Uno en Mene Grande, esta en producción.
Al adoptar la denominación “generación”,
adjetivaban el comportamiento, ya no es la oposición tradicional entre “gomistas”
y “antigomistas”. Como indica Manuel Caballero (Idem), “lo de “generación” no
significo en realidad esa sucesión biológica o cronológica que el término
contiene, sino una forma de designar una voluntad colectiva, que se buscaba
oponer a la egomanía de tiranos y anti-tiranos. Es preocupación por fundirse en
la masa, representar y representarse
como una voluntad colectiva, solo se explica en una sociedad que había visto
hundirse una república ensangrentada en el pantano del personalismo, y ser
sustituida por una tiranía también personalista.”
En las intervenciones de los actos de tan
significativa semana, destacan Jovito Villalba, Joaquín Gabaldon Márquez,
el poeta Pio Tamayo con su metáfora
sobre la mujer secuestrada, la libertad, Rómulo Betancourt, caracteriza su
referencia a los quinientos súbditos de Beatriz, quienes se comportan libres de
oportunismo y claudicaciones, es una primera referencia a la participación
democrática y libre decisión. La policía arresta a cuatro líderes: Jovito Villalba,
Rómulo Betancourt, Guillermo Prince Lara y Pio Tamayo, cabe destacar la actitud
asumida por una significativa masa estudiantil que en solidaridad se entregan a
la policía para seguir a sus líderes, su destino es el Castillo de Puerto
Cabello. La respuesta es colectiva y es también lo más significativo: la huelga
general. Los empleados, obreros, profesionales de Caracas, el Litoral se
declaran en huelga, el 24 de febrero los operarios de teléfono se ponen en
huelga, los empleados de farmacia piden se les reduzca a prisión junto con los
estudiantes. El país adormilado durante años por la tiranía despierta al cantar
de los estudiantes. Ese “bravo pueblo” se impone y los estudiantes son
liberados. Pero no son solo los estudiantes y la sociedad civil, el gusanillo
llega también a los cuarteles y así conseguimos una sublevación en el batallón
acuartelado en Miraflores, fallecen dos militares, otro grupo de insurrectos
marcha al Cuartel San Carlos con la finalidad de apoderarse del importante
parque contando con la complicidad del subteniente Agustín Fernández, la pronta
intervención de el General Eleazar López Contreras da al traste con el
alzamiento.
Las acciones se repiten en Octubre, los
estudiantes salen a protestar por los lideres presos y los obligados al exilio,
la semilla de la rebelión, de la participación colectiva queda sembrada, nace
un liderazgo en los estudiantes, el ideal de la organización sindical se
fortalece y ya no solo se queda en el retumbar de la protesta en las calles,
sino también, la inquietud por la formación de partidos modernos, al igual como
se ha venido dando en otros países como Colombia, Costa Rica, México, Perú,
Chile y Argentina, con una base ideológica que toma sus energías en el leninismo y el marxismo.
A partir de este momento la deliberación política
se hace presente en Venezuela, surge la inquietud sobre dos alternativas
mutuamente excluyentes: “capitalismo” y “socialismo”, opuestos binarios que
determinaron en la época la inquietud estudiantil de una generación que se
instala en el escenario político con un afán nacionalista y deliberante.
Rómulo Betancourt y su afán por aglutinar un
liderazgo en la estructura de un partido político, en carta dirigida a sus
compañeros, indica: “Lo que si no podemos nosotros pensar en ser es
“intelectuales sin partido”… El tema lo desarrollaré en próxima entrega.
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