miércoles, 23 de febrero de 2011

COMEDIA DE EQUIVOCACIONES


COMEDIA DE EQUIVOCACIONES. (Capitulo 17).
LA REBELION DE LOS NAUFRAGOS.
En esta publicación presento un capitulo, copia textual, de “La Rebelión de los Náufragos”, lo hago con la finalidad de que se conozca una interpretación muy acertada del atentado del 4 de Febrero. Si refrescamos la historia podemos entender mejor lo que está sucediendo y el que hacer…
“ – Yo soy un gran admirador de la Constitución Venezolana de 1961, pero esa Constitución tenía una gran equivocación que era la reelección presidencial… La reelección fue una institución muy negativa para el país. Traté de convencer a todos los venezolanos de que no reeligieran a Carlos Andrés Pérez, comenzando por el propio Pérez. Los cambios que había que hacer en Venezuela en 1989 reclamaban un nuevo liderazgo, una nueva generación, y 1989 era un año crucial, un año de cambios. Carlos Andrés Pérez logro ser reelecto. Personalmente, y con todo respeto, creo fue un error. Ahora, una vez electo Pérez por la mayoría popular, me pareció error, mas grave todavía, como se le saco. La primera formula que se buscó para sacarlo fue un acto salvaje, bárbaro y primitivo. Fue un hecho bochornos, que además de haberle costado la vida a un numero significante de venezolanos inocentes, representaba el propósito de quebrantar el Estado de Derecho. El atentado del 4 de febrero de 1992 representaba un retroceso al siglo XIX, Por eso, junto con otros muy distinguidos venezolanos, yo me opuse radicalmente a aquello, y a pesar de que había sido el adversario político más significado de Carlos Andrés Pérez, no vacile en jugarme la vida yendo a la televisión a decir: esto no es la solución a los problemas que tiene el país. Desgraciadamente, el país, o buena pare de la opinión pública, aplaudió este acto salvaje, y la Presidencia de Carlos Andrés Pérez se debilitó.
            -¿Fue “todo el país” o parte importante o…?
            -Un porcentaje importante de la opinión pública manifestó un descontento muy grande, y yo entiendo el porqué de tanto descontento. Yo tengo la teoría de los cinco déficits. Había un déficit político democrático: es sistema partidista había ido concentrando el poder en cúpulas y apenas en el año 1989 se tomaron medidas que debieron tomarse mucho antes, como la elección de los gobernadores, la creación de la figura de los alcaldes; entonces, había de democracia secuestrada. Había un déficit económico: desde mucho antes de la elección de 1988, disminuían progresivamente las inversiones en Venezuela; teníamos una economía con una bonanza muy ficticia, que fluctuaba junto con los precios del petróleo, pero en la economía real no había inversiones. Eso había había provocado un empobrecimiento del país y al empobrecerse el país, la gente se empieza a sentir mal; por ejemplo, el tema de la corrupción: durante el segundo gobiernos de Carlos Andrés Pérez hubo tanta o menos corrupción que en el primer gobierno, pero en el primer gobierno la gente toleraba mas la corrupción porque había una sobreabundancia de recursos económicos fiscales, y en cambio en el segundo periodo había estrechez económica, e indignaban mas las noticias, reales o supuestas, de la corrupción. Había así mismo un déficit social: el 27 de febrero de 1989 a Pérez le estalla en las manos una crisis acumulada; no fue que esos acontecimientos los provoco el paquete de Miguel Rodriguez; el paquete puedo haber sido el detonante, y algunos errores que se cometieron, pero el 27 de febrero es producto de una indignación que había frente a un escándalo real y objetivo: la pobreza; un país que había administrado tantísimo dinero y que mas de la mitad estuviera viviendo en situación de pobreza, pues la gente tenía todo el derecho de estar brava. Había además, un déficit cultural: este país ha crecido en la cultura del populismo, en la cultura del estatismo; se piensa que somos ciudadanos de un país rico y por tanto con esa riqueza, que me arreglen todos mis problemas, que el Estado se ocupe de mi, en lugar del estimular una cultura de producción, de la competencia, del ahorro, de la disciplina. El último déficit, es un déficit ético: el tema de la corrupción, que no era un problema que afectaba solamente al gobierno, sin que afectaba a los medios de comunicación social, al sector empresarial, al sector sindical; el país entero estaba viviendo en un problema de déficit ético muy importante, y todo este conjunto de factores debilitaron las bases de sustentación de la democracia en general, y particularmente de quien le toco estar al frente del gobierno en ese momento, que era Carlos Andrés Pérez. Es decir, que había un complejo de factores que estallaron: el 27 de febrero, el 4 de febrero del 92 y muchas facturas políticas pendientes. Por ejemplo, uno de los más eminentes intelectuales venezolanos, el doctor Arturo Uslar, sin duda alguna tenía una factura pendiente con los adecos desde el 18 de octubre del 45, el golpe del 18 de octubre impidió, entre otras cosas, que Arturo Uslar fuera Presidente de la Republica. O por lo menos, eso pensaba él.
            -Y fue perseguido en el trienio.
            -Y fue perseguido, y muy injusta e inicuamente perseguido porque le quitaron su casa y sus propiedades. Después, el propio Rómulo Betancourt se encargo de reivindicar la figura de  Uslar, y termino siendo incluso  hasta embajador  de Carlos Andrés Pérez en la UNESCO. Pero allí estaba esa factura pendiente. Y Uslar liderizo a un grupo llamado Los Notables,  dentro del cual había mucha gente con ganas de provocar un cambio político sin reparar mucho en los medios ni en las consecuencias. Otro ejemplo: el doctor Ramón Escobar Salom, también un distinguidísimo servidor público, fue objeto de una humillación muy grande en el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, cundo lo removieron del cargo de ministro de Relaciones Exteriores. No sé por qué  razón Pérez lo hizo, como lo hizo, pero lo cierto es que ahí había un cuenta pendiente. A eso había que agregarle el afán de Caldera de volver a la Presidencia, que fue también un factor que influyo en todo este proceso y que se agravo con un hecho que, todavía, no logro explicarme: ¿Por qué Pérez convino en que se modificara la integración de la Corte Suprema de Justicia? Esa modificación iba a conducir inexorablemente a la salida de Pérez del poder…
            -A menos  que pensara que podía manejar ese cambio.
            -Pérez tenía un problema: tenía una sobrevaluación de sí mismo y pensaba que podía manejar la crisis, y de repente llego el momento en que la crisis se lo llevo por delante. Cuando empezó a aplicarse el paquete, había muchas medidas que se parecían a las que yo había propuesto como candidato presidencial, solo que había que llevarlas con un esquema un poco más gradual. Yo le advertí al presidente Pérez, y él me contesto, con una frase que no se me olvida: “Fernández, estas medidas no las pueden aplicar en América Latina sino dos gobernantes, el general Pinochet por la fuerza de sus bayonetas, y yo, por mi liderazgo personal”. El consideraba que su liderazgo era tan grande que el país le iba a comprar su paquete sin discusión. Y después, cuando la crisis militar,  consideraba que él manejaba a esos muchachos. De la misma manera, pensó que podía modificar la Corte Suprema de Justicia y prevalecer por encima de cualquier operación que se hiciera para sacarlo del poder. Pero llego el momento en que la muñeca no le dio para manejar la crisis, y salió del poder. Y yo creo fue un error elegirlo, y creo que fue un error sacarlo.
            -Al margen de toda serie de errores en la conducción del país, paralelamente había un plan deliberado que venía de mucho tiempo atrás, un grupo, militar que pensaba insurgír.
            -También es verdad. Esta conspiración, había empezado en tiempos del Presidente Herrera. Evidentemente había planes para, lamentablemente, regresar a lo que fuimos. Nosotros tuvimos una ilusión de democracia desde 1958 hasta 1998, pero en el fondo, la tradición histórica ha sido militarista, caudillista, mesiánica. Eso es lo que tenemos ahora. En el fondo lo hemos hecho es regresar, como cuando un rio se sale de madre y al cabo de un tiempo vuelve otras vez a su cauce. Lamentablemente, regresamos a eso.
            -Pero si es lo que siempre hemos sido, ¿eso ha podido modificarse, revertirse?
            -Hemos debido haberlo modificado a lo largo de cuarenta años de democracia, haciendo cambios generacionales que permitieran el refrescamiento, la renovación del liderazgo político del país.
            -Afirma que los cambios había que hacerlos y que usted los hubiera hecho de otra manera, pero tomando en cuenta lo del plan deliberado de la logia militar, ¿si usted hubiera estado en el poder hubiera podido llevarlos a cabo, teniendo encima, además, el factor Rafael Caldera en contra suya?
            -A le edad que tenía en ese omento, que eran cuarenta y seis o cuarenta y siete años, yo sentía que me podía comer el mundo, que hubiese podido hacer los cambios. Creo sí, que hubiera sido un poco más prudente y mucho más concentrado en mi trabajo nacional, porque Pérez se dedico a cultivar su liderazgo mundial; en cambio, yo me hubiera concentrado enormemente en hacerlo bien dentro del país. No tenia inquietudes de liderazgo mundial, y precisamente por el temor que me daba mi inexperiencia me hubiera ocupado de estar muy atento al tema de la Fuerza Armada. Claro, todas esas son cosas hipotéticas, pero creo que se hubiera refrescado el país, no por la llegada de Eduardo Fernández sino por el acceso de una nueva generación al poder, y se hubiera abierto como una nueva ilusión, una nueva expectativa y una nueva oportunidad.
            -El 4 de febrero, cuando se entera del golpe de Estado, se le ocurre ir a Venevision a condenar públicamente el golpe. Esa decisión la converso con otros dirigentes del partido?
            -Yo Salí con Marisabel, mi mujer, y con mi hijo Pedro Pablo, y recuerdo bien que la única persona del partido con quien fui a Venevision fue Gustavo Tarre Briceño, e incluso cuando salimos en pantalla salimos los dos. El me hizo el honor de acompañarme mientras yo me dirigía al país. A los demás dirigentes del partido los vi al día siguiente, y tengo la satisfacción y el orgullo y la alegría de que me respaldaron unanimente. En el partido no hubo ¡nadie! Que dijera algo en contra.
            -¿Eso fue en la reunión de la mañana del Comité Directivo?
            -Ni en la reunión de la mañana ni en ninguna reunión posterior. La única conducta disonante fue la del presidente Caldera, que no participo en este debate, pero el partido de una manera ¡unánime! Decidió condenar el golpe, y fuimos al Congreso a eso, a condenar en los términos más enfáticos y mas categóricos el golpe.
            -A esa reunión del Comité Nacional de Copey, Caldera no asiste.
            -El estaba muy retirado del partido para ese momento. Al día siguiente del golpe, en el Congreso, Caldera hace un discurso que, si se analiza cada palabra, es una construcción muy jesuítica para en el fondo darle un aval moral al golpe. Y ese discurso fue el que pusieron en cadena nacional, y después lo reprodujeron y lo volvieron a reproducir… Y se sembró en el país la idea de que quienes tenían razón eran los golpistas, De modo que hubo un ¡pésimo! Manejo de la política informativa del gobierno en ese momento. Fue curiosísimo, porque los discursos que mas repitieron no fueron los de Pérez y el mío, sino el del señor que dio el golpe y el de Caldera.
            -Cuando viene la sesión del Congreso y usted escucha a Caldera, ¿Cuál fue su reacción?
            -Es tal vez uno de los momentos más tristes de mi vida. Sentí una decepción profunda. Porque yo siempre tuve una inmensa admiración por Caldera, y ese día vi un testimonio de oportunismo muy lamentable. Se me derrumbo… un ídolo. Yo creo que eso fue una operación de política subalterna que no se correspondía con la imagen que yo siempre tuve del doctor Caldera. Yo fui uno de los copeyanos más cercanos a Caldera.
            -Uno de “los delfines”.
            -Me llamaban el delfín, y en un momento me toco competir con él, y después de eso Caldera se fue a la reserva. Peros a pesar de eso, y de que Caldera favoreció la reelección de Pérez porque sentía que si ganaba Pérez el podía ser candidato otra vez, a pesar de eso, repito, yo seguía sintiendo una gran admiración y un gran respeto por él, y el discurso del 4 de febrero me produjo una enorme decepción. Sentí que había un acto de politiquería que no se correspondía con las enseñanzas y las doctrinas que Caldera siempre había mantenido. Caldera sostuvo la democracia en tiempo de Rómulo Betancourt; el fue un testimonio inequívoco de respaldo a las instituciones, y ahí aprendimos a admirarlo y respetarlo, respaldando a un hombre que había sido su adversario político. Entonces, cuando oigo aquel discurso en el Congreso, digo: esto no se parece a lo que yo aprendí de los labios de este mismo señor. Los golpistas podían haber tomado ese discurso para decir: si uno de los padres de la democracia dice esto, está plenamente justificado que nosotros hayamos intentado el golpe.
            -Dice que así como le pareció un error reelegir a Pérez, más grave fue la decisión que lo sacó del poder antes de terminar el periodo constitucional.
            -A mi me parece que la acusación era un poco traída por los cabellos; en definitiva, el grana crimen que se le imputa a Pérez es haber dispuesto recursos de la partida secreta para favorecer la promoción de la democracia en Nicaragua. Personalmente creo que, siempre y cuando se hubieran respetado las normas legales y las normas administrativas, eso estaba plenamente justificado. El problema es que ya para ese momento se están trayendo cualquier clase de argumentos para sacar a Pérez de la Presidencia y para estimular la crisis, y son demasiados  los factores que están interesados en que ese sea el desenlace. Horrendo hubiera sido que lo hubiera sido que lo hubiera sacado un golpe de Estado, pero tampoco me parece satisfactorio los términos en que se produjo el desenlace final. La crisis era mucho más profunda que Pérez si o Pérez no. Lo que paso en Venezuela fue una comedia de equivocaciones, que cuidado si había comenzado el “Viernes Negro”, cuando colapso el sistema rentista petrolero y el liderazgo político venezolano pretendió seguir actuando como que no había pasado nada, y el señor Lusinchi resolvió gobernar como si no hubiera habido “Ciernes Negro”. Después viene la reelección de Pérez, le sigue el 23 de febrero, el golpe del 4 de febrero, el golpe del 27 de noviembre, y antes el discurso de Caldera en el Congreso. Luego viene la división de Copey, porque cuando Rafael Caldera monta tienda aparte, sin duda, le hace un daño a una institución fundamental para la defensa de la democracia  como son los partidos políticos.. Los únicos que en Venezuela podían impedir una dictadura eran los partidos, y entonces hay una campaña mediática contra los partidos, y los creadores de los partidos contribuyeron a debilitarlos. La comedia de equivocaciones sigue con la crisis del año 1998: Acción Democrática postula a Luis Alfaro Ucero, un hombre meritorio pero que el país no lo veía como presidente, y Copey pone la torta con velitas al estar tratando de aprovecharse del prestigio de la señora Irene Sáez. En una operación de pragmatismo político y de irresponsabilidad política como esa, los partidos se liquidan. Quedo el camino franco y expedito, y ahora nos quejamos del poder absoluto… pero todos contribuyeron a darle el palo al loco.
            -Piensa que el discurso de Caldera fue un error. Sin embargo, ¿no le parece que en todo momento, Caldera estuvo muy claro en lo que quería? El  único que lo estuvo, y actuó en función de eso. Es decir, Pérez no vio claro, Acción Democrática no vio claro, ni Copey, ni los demás partidos. El único que trabajo decididamente para conseguir lo que quería, y lo consiguió, fue Rafael Caldera.
                          -Yo vi claro los objetivos del país. Yo pensé mas en el país que en mí. Puede ser que Caldera haya pensado más en él que el país, pero lo que tocaba en ese momento era pensar en el país. En el interés nacional. Yo no me metí en la política para decir lo que el pueblo quiere oir. Uno de los alegatos que ha dicho el doctor Caldera para defender su discurso es: dije lo que el pueblo quería ori. Pues lo que yo aprendí en Copei no fue eso. Uno tiene que decir lo que debe ser, es nuestra obligación. Si eso coincide con la mayoría o no coincide con la mayoría es harina de otro costal.
            -Por él se trazo un objetivo y lo cumplió, Pérez no supo…
            -Lo que correspondía en ese momento era la defensa de las instituciones democráticas. Por encima  de los intereses personales. Porque si el afán era volver a ser Presidente, ¿Presidente para qué? Para terminar entregándole la banda a un conspirador y abrirle el país esta situación que estamos viviendo ahora. ¿Para eso era que quería ser Presidente otra vez? ¿Es que el afán de ser Presidente puede estar por encima de los principios?
            -Se asegura que la máxima obra de Caldera no fue haber sido Presidente, sino crear uno de los partidos más importantes de América Latina, aunque paradójicamente fue el responsable, si no de su desaparición, si de la crisis de Copei.
-La obra más importante que hizo el doctor Caldera no fue la biografía de Andrés Bello, ni haber sido Presidente dos veces, La obra más importante fue haber lid erizado, de una manera admirable, la construcción de un gran partido político democrático popular como Copei. Y sin embargo, su actuación contribuyo a la liquidación de Copei. Su actuación a partir del pase a retiro, del pase a la reserva. El ha tenido que asumir el liderazgo de esa renovación. No resignarse a ella o exponerse a ser derrotado, sino demostrar ue el partido que él había creado era una institución que no dependía de un hombre. El partido era una gran institución política, era uno de los dos valladares, junto con Acción Democrática, que podían haber impedido esa dictadura. Acción Democrática tuvo sus problemas internos, pero en el caso de Copei es muy doloroso que quien más contribuyo a la construcción del partido, haya sido el factor más importante en el decaimiento… Y creo que no fue acertado su discurso del 4 de Febrero de 1992. Esa fue una de las actuaciones menos afortunadas del doctor Caldera, independientemente de que ella haya contribuido a fuera reelegido. Pero, además, recordemos: fue elegido por una votación de un millón setecientos mil votos, en unas elecciones en donde cuarenta por ciento o más no fue a votar. De modo que Caldera saca treinta por ciento de ese cuarenta por ciento, lo que significa diecisiete por ciento del electorado nacional. ¿Y para qué? Para hacer un gobierno absolutamente intrascendente que al final termina salvando Teodoro Petkoff. ¿Para que? Para terminar su carrera política entregándole la Presidencia de la Republica a un teniente coronel golpista, que además le falta el respeto diciendo que jura por esta moribunda Constitución, que resulta que es hija de él, porque esa es otra cosa: otra de las grandes obras de Rafael Caldera fue la Constitución de 1961, y entonces ahí, en su cara, este señor le falta el respeto a la Constitución, que es una de sus obras fundamentales. De modo que, creo, para Caldera tuvo que haber sido muy amargo el día que entrego la Presidencia. Ese acto, esa fotografía, era el fracaso del proyecto político al cual le dedico su vida.
Extracto del discurso de Rafael Caldera en el Congreso Nacional, después del golpe del 4 de febrero. (Copiado del mismo libro “La Revolución de los Náufragos)
“No es la repetición de los mismos discursos que hace treinta años se pronunciaban cada veza que ocurría algún levantamiento lo que responde a la preocupación popular… Es difícil pedirle al pueblo que se inmole por la libertad y la democracia cuando piensa que la libertad y la democracia no son capaces de darle de comer… cuando no (se) ha sido capaz de poner coto definitivo al morbo terrible de la corrupción…
Esta situación no se puede ocultar. El golpe militar es censurable y condenable en toda forma, pero sería ingenuo penar que se trata solamente de una aventura de unos cuantos ambiciosos que por su cuenta se lanzaron precipitadamente y sin darse cuenta de aquello en que se estaban metiendo. Hay un entorno… una situación grave del país.
Quiero decir que esto que estamos enfrentando responde a una grave situación que está atravesando Venezuela. Yo quisiera que los señores jefes de Estado de los países rico que llamaron al presidente Carlos Andrés Pérez para expresarle su solidaridad en defensa de la democracia entendieran que la democracia no puede existir si los pueblos no comen…
No podemos afirmar en conciencia que la corrupción se ha detenido… vemos con alarma que el costo de la vida se hace cada vez más difícil de satisfacer para grandes sectores de nuestra población, que los servicios públicos no funcionan y que se busca como una solución el privatizarlos entregándolos sobre todo  a manos extranjeras, porque nos consideramos incapaces de atenderlos. Que el orden público y la seguridad personal tampoco encuentran un remedio efectivo.
Esto lo está viviendo el país. Y no es que yo diga que los militares que se alzaron hoy o que intentaron la sublevación, ya felizmente aplastada (o por lo menos en sus aspectos fundamentales) se hayan levantado por eso, pero eso les ha servido de base, de motivo, de fundamento, o por lo menos de pretexto. (p.236)

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