jueves, 3 de febrero de 2011

Vargas Llosa Premio Nobel 2010


MARIO VARGAS LLOSA. PREMIO NOBEL 2010.
 Antes de referirnos al Premio Nobel de Literatura 2010, hagamos un poco de historia sobre el mismo. El Premio Nobel de Literatura es uno de los 5 premios específicamente señalados en el testamento del millonario sueco Alfred Nobel. En su requerimiento testamentario señala: el premio debe entregarse cada año «a quien haya producido en el campo de la literatura la obra más destacada, en la dirección ideal». La institución encargada de seleccionar al ganador es la Academia Sueca (en sueco, Svenska Akademien).
El olvido de algunos autores, mundialmente reconocidos,  ha constituido una polémica alrededor del premio. Algunos expertos señalan que grandes autores clásicos del siglo XX no recibieron el premio. Según David Remnick, director de la revista The New Yorker, escritores como Marcel Proust, James Joyce o Vladimir Nabokov debieron alzarse con el galardón. Críticos literarios como Emmanuel Carballo y Sergio Nudelstejer añaden a esta lista a Franz Kafka o a Jorge Luis Borges. Adolfo Castañón incluye también a Julio Cortázar o Juan Carlos Onetti. Kjell Epsmark, miembro de la Academia sueca, en su libro El Premio Nobel de Literatura. Cien años con la misión repasa algunas de las omisiones más graves en la concesión del Nobel como fueron Liev Tolstói, Emile Zola, Henrik Ibsen o Paul Valéry, por mencionar sólo algunos.
Dos de los ganadores rechazaron recibir el premio: Borís Leonídovich Pasternak en 1958 (bajo una intensa presión del gobierno soviético) y Jean-Paul Sartre en 1964 (alegando que su aceptación implicaría perder su identidad de filósofo).
Así fueron las primeras declaraciones del Nobel literario 2010 “ Tenía el día planificado con toda precisión. Trabajaría un par de horas preparando la clase del próximo lunes en Princeton, en la que ilustraría el tema del punto de vista con ejemplos tomados de El reino de este mundo de Alejo Carpentier, media hora de ejercicios para la espalda, una hora de caminata en Central Park, periódicos, desayuno, ducha, y a la Public Library de New York, donde escribiría mi Piedra de Toque para EL PAÍS sobre el suicidio, tirándose del puente George Washington, en la Universidad de Rutgers, de Tylor Clementi, violinista y joven estudiante al que dos compañeros homófobos habían denunciado como gay, difundiendo en la Red un vídeo en el que aparecía besándose con un hombre.
Inmediatamente fui absorbido por la magia de El reino de este mundo y la transfiguración mítica que la prosa de Carpentier hace de los primeros intentos independentistas en Haití. El narrador omnisciente de la historia es una astuta ausencia erudita, libresca, barroca y rebuscada que narra desde muy cerca de la sensibilidad del esclavo Ti Noel, quien cree en los Grandes Loas del vodú y que los hechiceros del culto, como Mackandal, gozan del don de la licantropía, es decir, pueden transformarse en animales a voluntad. Hacía por lo menos veinte años que no la releía y su poder de persuasión seguía siendo irresistible.
De pronto advertí la presencia de Patricia en la salita. Se acercaba con el teléfono en la mano y una cara que me asustó. "Una tragedia en la familia", pensé. Cogí el aparato y escuché, entre silbidos, ecos y eructos eléctricos, una voz que hablaba en inglés. En el instante en que alcancé a distinguir las palabras Swedish Academy la comunicación se cortó. Estuvimos callados, mirándonos sin decir nada, hasta que el teléfono repicó otra vez. Ahora sí se oía bien. El caballero me dijo que era el secretario de la Academia Sueca, que me habían concedido el Premio Nobel de Literatura y que la noticia se haría pública dentro de catorce minutos. Que podía escucharla en la televisión, la radio y el Internet. -Hay que avisar a Álvaro, Gonzalo y Morgana -dijo Patricia. -Mejor esperemos que sea oficial -le contesté”.
“Y pensé en la extraña paradoja de haber recibido tantos reconocimientos, como éste (si la noticia no era una broma de mal gusto), por dedicar mi vida a un quehacer que me ha hecho gozar infinitamente, en la que cada libro ha sido una aventura llena de sorpresas, de descubrimientos, de ilusiones y de exaltación, que compensaban siempre con creces las dificultades, dolores de cabeza, depresiones y estreñimientos. Y pensé en lo maravillosa que es la vida que los hombres y las mujeres inventamos, cuando todavía andábamos en taparrabos y comiéndonos los unos a los otros, para romper las fronteras tan estrechas de la vida verdadera, y trasladarnos a otra, más rica, más intensa, más libre, a través de la ficción.”

Así piensa El escritor chileno Alberto Fuguet, devoto vargasllosista,

Ha sido tal su vocación por la libertad y quizás por ser —contra viento y marea— su propia persona, por creer que no hay nada más subversivo y a la vez glorioso que ser uno aunque eso no sea del agrado de los demás, que de alguna manera Vargas Llosa optó como una de sus batallas por marginarse y ser políticamente incorrecto mucho antes que el término existiera.
Raro, insólito: el que nunca quiso ganarlo, el que jamás lo iba a ganar, lo obtuvo de la manera como se gana de verdad: apostando siempre a perder, nunca calculando, sabiendo que el verdadero premio ha sido tener una obra tan sólida y colosal como Machu Picchu.
 El premio se puede leer de muchas maneras y la más importante debe ser la que todo saben: Vargas Llosa es uno de los grandes en español, quizás uno de los que mejor envejecerá de los del Boom y, algo no menor, aquel que a pesar de todo (otra vez la frase, que siempre estará ligada a su nombre) más ha influenciado a las generaciones menores. Mario Vargas Llosa te enseña a leer, a escribir, a pensar, a ser; te sorprende y demuestra con pruebas que sí hay mucho material afuera esperando ser narrado. Vargas Llosa es de lejos el escritor latinoamericano que más provoca en otros querer ser escritor, entre otras cosas porque ha demostrado que no es necesario ser un genio para escribir obras maestras y que la mejor materia para un narrador es su memoria y su curiosidad más que su imaginación y su locura. Cuando alguien me dice que desea ser escritor le recomiendo El pez en el agua. Ahí está todo. Porque un escritor no se mide sólo en cómo escribe sino si es capaz de escribir lo que  le interesa, lo que le ha pasado y no tiene miedo a mostrarse (releer La verdad de las mentiras).
 Tildar a Vargas Llosa de autor de culto parece un poco ridículo. ¿Hay alguien más mediático y omnipresente? Pero al volverse a comienzos de los 80 una suerte de maldito al menos en los círculos literarios, Vargas Llosa pasó a ser “un traidor que solía escribir bien”. Recuerdo que leí Historia de Mayta casi a escondidas y que forré con hojas de revista la naranjísma portada de uno; quizás su libro menos entendido y acaso uno de los más importantes. Hace unos años tuve el éxtasis que uno siente cuando tu héroe también puede ser parte de ti cuando, en California, me tocó enseñarlo a unos alumnos que estaban haciendo sus doctorados en literatura. No podía creer las complejidades narrativas de Los cachorros, el mundo pop y kitsch “digno de Puig” de La tía Julia y el escribidor (“¿es crónica, memoria, no ficción”?). Conversación en la Catedral hizo que un alumno que había leído todo lo que no había que leer me confesara: “Vaya, todo lo contemporáneo viene de alguien contemporáneo que ya habíamos expulsado del canon”.
En nuestra próxima entrega hare referencia al último Libro a publicar por Mario Vargas Llosa, “El Sueño de Celta”; en esta obra el nobel recoge, en su nueva y estupenda novela aquella reflexión del escritor y político uruguayo José Enrique Rodó: "Un hombre es muchos hombres". Es un trabajo sobre Roger Casement (1864-1916), personaje real inspirador de uno de los lanzamientos más esperados del otoño literario. Diplomático reservado, sir y escritor, temprano relator de derechos humanos, héroe irlandés, traidor británico, torpe estratega militar, homosexual atormentado, reo ajusticiado... De la suma de todos los casement resulta una obra que Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936) ha tardado "tres años" en culminar, desde aquel lejano y nebuloso "descubrimiento del personaje en una biografía de Joseph Conrad". En parte se desarrolló en la Amazonía y en el Congo, en la época del "boom" del caucho.





No hay comentarios:

Publicar un comentario